El poder del teatro frente al poder
p. 723-724
Texte intégral
1El ciclo de ponencias que han sido ofrecidas en este feliz encuentro de Perpignan, ha enfrentado dos fuerzas que inmediatamente pudimos ver como opuestas: teatro y poder.
2Por sentado se ha dado que poder son y han sido el Estado, el ejército, la Iglesia, a menudo unidos de manera amenazante. Pero las ponencias han demostrado, luminosamente, la fuerza del Teatro, sus energías de oposición que podemos considerar liberadoras.
3El Teatro Abierto, de Argentina, preludio a la caída de los militares: El Puente, de Carlos Gorostiza, oposición al peronismo. El teatro hispánico en Estados Unidos, dando voz a culturas que se devaluaban a sí mismas por presión del ambiente. Como « espejo de costumbres », el teatro es un acto de salud, al presentar amorosamente los rasgos de una minoría, que en ellos puede descubrirse con orgullo.
4Observamos que la sexualidad, en manera explícita, es una fuente de oposición y una corriente liberadora. Por supuesto, en apertura y voz de expresión para los campos considerados clandestinos, como los homosexuales, pero esta franqueza liberadora empezó por barrer los restos de la enferma pudibundez victoriana.
5En la historia, hubo los decretos de obispos y virreyes para suprimir todo intento de alegría física; también toda supervivencia de las culturas indígenas. El sincretismo impuesto para cambiar de religión a las obras dramáticas autónomas, tiene dos filos: por un lado, a la sombra del nombre de santos cristianos, el viejo rito sigue actuándose. Por otro, se filtran tenazmente las nuevas creencias con las antiguas y ahí se van a quedar.
6Si pensamos en que muchos códices se salvaron escondidos dentro de imágenes de santos, y que en las iglesias chiapanecas se adora a los nuevos santos con ceremonias que eran para los viejos, veremos el doble filo de este ambiguo sistema de imposición sincrética. Sor Juana Inés de la Cruz lo capitaliza en dos loas, en las que se atreve a dos enormidades intelectuales: reivindicar los sacrificios humanos y la comunión con sangre del sacrificado, como prefiguraciones de la comunión cristiana. Y a equipar así las culturas americanas con las romanas, griegas y judaicas. (Esta última en abierta desventaja).
7La Historia, puesta en escena, resulta una manera de oposición, al ofrecer nuevas lecturas de un hecho dado por conocido. La lectura oficial del pasado, las interpretaciones de lo ya ocurrido, al cambiar de enfoque a través del drama pueden provocar reacciones públicas. Ejemplo, el malhadado viaje de Colón, al cumplir quinientos años y ser juzgado sin visión colonialista, dio pie a un despertar de los pueblos indígenas, que vivimos los mestizos, los latinoamericanos, con un curioso sentimiento general de revancha y de rescate por revaluar « lo nuestro », siendo nuestro lo indígena más que lo europeo.
8El teatro como fuerza de oposición, de pensamiento autónomo, de sueño colectivo, de conciencia colectiva, el teatro resulta un poder frente al poder.
9Las ponencias hicieron ver muchas de sus energías, y sabemos que todavía son más. Entre otras, el poderío de reunimos aquí, para hablar de él.
10Estudiar el teatro latinoamericano, difundirlo en una cultura tibia o indiferente a él, es labor de oposición, en fuerza de penetración cultural, es fecundación de una cultura con otra. Y las fecundaciones suelen ser gozosas, sean de flores y abejas o de seres más desarrollados.
11Ésta, a la que hemos asistido, nos ha otorgado en gran placer de estar de acuerdo en cuanto al poder del teatro. El poder del Teatro frente al Poder.
Auteur
Dramaturgo méxicain
Director de Tramoya, universidad veracruzana
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