Version classiqueVersion mobile

Puerto Limón (Costa Rica)

 | 
Quince Duncan Moodie
, 
Victorien Lavou Zoungbo

Anansi, limomense y universal

Quince Duncan

Texte intégral

Origen

1Los Cuentos de Anansi, forman parte del acerbo cultural de los limonenses. Su origen es el África, en concreto los Akan, uno de cuyas etnias es precisamente los Ashanti, de presencia tardía pero abundante en el Caribe y en Jamaica. Anansi es conocido también como Hermano Araña, Breda Nansi, Anancy, Ananse, Anance, Ananci, Anansy, Aunt Nancy, “Ti Malice” and in Curacao o simplemente “Nansi” según las tradiciones o idiomas locales del África, del Caribe insular o del Caribe Centroamericano.

2Sus orígenes están teñidos de mitos y leyendas. La versión original más aceptada, es la que se refiere a Kuaku Anansi, hijo de Dios (Nyame) y de Asase Ya (expresión femenina de Dios). No obstante, en lo que atañe a Anansi como contador de historia, encontramos al personaje viviendo entre los mortales.

3Es de hacer notar que los relatos en la cultura Ashanti, tenían una posición de privilegio y sus efectos incluso podían ser mágicos. Es que, el Creador mismo fue el autor de todos los cuentos, y los tenía bien resguardados en una caja mágica. Las historias eran entelequias vivientes, con una existencia propia. Hoy diríamos, autonomía relativa frente a los mismos contadores, quienes solo eran transmisores de los cuentos. Los relatos pues no eran de autoría humana, sino creaciones del mismo Dios del Cielo y por tanto, tenían algo de sagrado.

4En la cultura originaria, en respeto a lo dicho, los cuentos se contaban al amparo de la oscuridad y además, el contador se disculpaba de repetir la historia, agregando y poniendo elementos para hacerla más interesante con unas palabras rituales. En su versión original, se decía más o menos que no era la intención del contador decir lo que iba a decir. Era una declaración necesaria para proteger al narrador por el atrevimiento de tomar y modificar la historia original. Function original en Africa

5Los contadores de cuentos africanos eran griots, vale decir, poetas, verdaderos juglares con una gran licencia socio-política y religiosa. El contador podía tomarse la libertad de hablar de aspectos de la vida que eran taboo en la comunidad. Estaba facultado para cuestionar ciertas creencias religiosas; podía criticar impunemente las decisiones del Rey y su familia; podía discutir los temas cotidianos, juzgar y condenar a los infractores, siempre bajo la protección de las historias mismas, que, siendo creados por el mismo Dios del Cielo, no eran susceptibles de censura política, religiosa o social. Se podía denunciar por ejemplo, la corrupción de un dignatario religioso y la crueldad de un Jefe Tribal o Rey, sin exponerse a represalias. Sobre todo si el contador antepusiera la fórmula ritual de que realmente no hacía suya ninguna de sus historias, ni tenía la intención de causar daño alguno.

6Anansi cuenta los grandes mitos de los pueblos, dando sentido a ciertas realidades políticas y religiosas, pero también llevando los vacíos míticos necesarios en la formación de los niños. En ese sentido, hay cuentos que explican cosas como por qué el tigre tiene manchas, por qué las arañas tienen ocho patas, o por qué Dios, que al principio habitaba entre los humanos finalmente decidió retitarse para habitar en los cielos.

7Por otra parte, los personajes eran personificaciones de animales. Se escogían según sus semejanzas con la conducta humana. Por ejemplo, el Hermano Tigre suele ser valiente, violento pero un poco torpe, mientras que la Araña misma es bribona y taimada. También hay personajes humanos, con nombres inventados que en ningún caso deberían coincidir con los nombres de personajes reales.

Evolución en el Caribe

8El secuestro, captura, transacción y las otras múltiples métodos de esclavización impuestos sobre las población africana, implicó la migración de enormes contingentes de africanos al Caribe insular y continental. Se crearon complejos mestizajes intra africanas, mediante los cuales los diversos grupos culturales fueron despojados de sus filiaciones étnicas originarias, para crear una complejidad cultural nueva: la población negra. Los inmigrantes forzosos, dejaron de ser Fanti, Mandinga o Brong, para ser simplemente “negros”. Un fuerte “input” en la “mezcla” caribeña es el de los Ashanti, que llegan al Caribe en una época tardía. Constituyen un pueblo que había logrado mantener su independencia hasta bien entrado el Siglo XIX. De hecho, tras varias guerras con la Gran Bretaña la Federación Ashanti fue derrotada en 1874 mediante una combinación de poderío militar británico e intriga diplomática, cuando los ingleses finalmente lograron saquear Kumasi su capitán. Los ashanti se rebelaron en 1901 pero perdieron la guerra y fueron reducidos a un protectorado y después a colonia.

9Los Ashanti ciertamente tenían esclavos, pero sobre esto hay dos observaciones que hacer. Primero, no habían participado en el tráfico de esclavos en gran escala. La esclavitud era pues un régimen de sujeción al que eran sometidos los prisioneros de guerra, los adúlteros y ciertos delincuentes. Por otra parte, entre los Ashanti el esclavo era consideraba un ser humano y tenía derechos “Un esclavo se podía casar; ser propietario; tener [su propio] esclavo; hacer un juramento; fungir de testigo; y finalmente heredar a su amo”. (Citando a R. S. Ruttray; Hart 1984: 18) Vale decir, se trataba de seres humanos con una relación de servidumbre hacia un señor, aunque inadmisible en nuestro código de derechos humanos, radicalmente diferente a la esclavitud que se dio en América.

10Los esclavizados traían consigo a Anansi, al llegar a América. Y el personaje evolucionó. Si en África sus cuentos explicaban los grandes mitos del pueblo y facilitaban la crítica social y religiosa, en el Caribe pasa a ser el transmisor de la ideología de sobrevivencia. Es la astucia más que la inteligencia lo que va a permitir la sobrevivencia.

11En efecto, los cuentos en el Caribe insular o continental, privilegia el triunfo de un personaje más bien débil, incapaz de enfrentar por la fuerza a los poderosos animales que lo rodean. No es rival para el tigre o el para el lagarto, desde el punto de vista de su capacidad física. Entonces recurre a la astucia. Es mediante sus trucos que logra vencer a los poderosos. De hecho, el “buen esclavo” tenía una expectativa de vida de un máximo de siete años a partir del momento en que fuese reducido a la esclavitud.

12Al igual que en África, el contador recurre al ritual para justificar su uso del contenido subversivo y desafiante de sus relatos. Antes de contar sus relatos, invoca a Jack Mandora, que en la tradición caribeña es el guardián de las puertas del Cielo, para aclararle que “me no choose none”, vale decir, no estoy optando por ninguno, no me estoy apropiando de ninguna de las historias, no estoy haciendo mía la historia ni tengo la intención de hacer ningún daño a nadie con ese cuento. Contarlo con esa advertencia liberaba al narrador de que el acto narrativo fuese un acto pecaminoso del cual el responsable tendría eventualmente que responder.

13El relato trascrito es uno de las narraciones orales recogidos por Quince Duncan. Esta versión corresponde al folclor de Limón, Costa Rica, pero se repite en toda la faja afrocaribeña del el caribe continental centroamericana, de Belice a Panamá y la isla de San Andrés, Colombia. Se toma de su libro El Negro en Costa Rica.

Caballo de trote

14Como que al Hermano Araña le gustaban varias de las muchachas del pueblo. Pero, también, como que el Hermano Tigre era el popular. Y es que su fama de don Juan enloquecía a más de una.

15Al Hermano Araña no le podía gustar eso. Era duro el hecho de que con cuanta muchacha hablaba, le saliera con el mismo nombre. De ahí nació cierta rivalidad entre ambos.

16Pero al Tigre poco le preocupaban los berrinches de la Araña. Al fin y al cabo él tenía su mechoncito blanco en la melena, y eso era lo que más cautivaba el corazón de las damitas.

17Muchas veces el Hermano Araña trató de cortarle el mechón, mientras el Tigre dormía. Pero éste siempre accionaba a tiempo y una vez estuvo a punto de matar a su rival.

18Esto último convenció al Hermano Araña acerca de la torpeza de ser temerario. Y no fue demasiado costoso decidirse a usar su conocida astucia. Tal fue el comienzo del descrédito sistemático del Hermano Tigre. Y al poco tiempo corría de boca en boca la noticia, de que el tal Hermano Tigre, con todas sus pretensiones, no era más que el caballo de trote del Hermano Araña. Ya los niños se atrevían a cantarle por las esquinas:

Hermano Tigre se te acabó la maña
Desde que te Ponta el Hermano Araña.

19Ante esto, el Hermano Tigre reaccionó con violencia y fu a la casa del Hermano Araña para reclamarle en el terreno de los hombres. Pero lo halló gravemente enfermo, revolcándose y quejándose de un fuerte dolor de estómago.

  • A mí qué me importa su dolor. Me tiene que probar eso que dijo. Si no puede, tiene que ir al pueblo ahora mismo y negarlo en presenta de todos
  • Pero Hermano Tigre, no sea cruel. Véame cómo estoy. Además sabe lo mucho que yo le aprecio. Usted sabe que yo no sería capaz de decir tal cosa.
  • Usted lo dijo: tiene que ir a negarlo públicamente.
  • Con gusto lo haría, pero estoy mal, muy mal...
  • Yo no puedo esperar a que usted se componga. A lo mejor se muere.
  • Pero es que – el rostro enojado del Hermano Tigre producía escalofríos, y el Hermano Araña, al convulsionarse, ablandó un tanto la ira del Tigre.
  • Bueno... está bien. Si usted me lleva, con mucho gusto voy a la plaza ahora mismo.

20Así convinieron. Pero al subir el Hermano Araña por un costado a los lomos del Tigre, fingió caer del otro lado. El Tigre consintió dejarse poner silla y freno, con tal de que no se fuera a caer de camino.

21Pero el Hermano Araña se quejaba de las moscas, por lo cual el Tigre le dio un chilillo para que las espantara.

22Un poco antes de entrar al pueblo, se compuso milagrosamente el Hermano Araña, y tomando las riendas severamente empezó a castigar los lomos del Hermano Tigre, obligándole a trotar con evidente buen estilo.

23Y llamando a voz en cuello a las pretendidas del Hermano Araña, lo paseó por todo el pueblo entre la algarabía de los niños y la admiración de las jovencitas más osadas.

24Y quedó desde entonces demostrado que el Hermano Tigre no es sino el caballo de trote del Hermano Araña.

25Donde quiera que vea un tigre trotando, fíjese en su lomo. Allí verá al Hermano Araña muerto de risa.

26En la actualidad, hay autores que vienen construyendo su ficción a partir de Anansi. Vale decir, ya no se trata de reproducir las historias antiguas con las adaptaciones y modificaciones que se han realizado tradicionalmente, sino de una búsqueda de nuevas formas de expresión de Anansi, entendida como una filosofía de sobreviencia y a la vez, una visión “afrorealista” del mundo. Tal fue el ejemplo de Andrew Salkey (1928-1995) un escritor del Gran Caribe, nacido en Panamá de padres jamaicano y haitiano, criado en Jamaica y radicado a la hora de su muerte en los Estados Unidos. Su libro Anancy’s Score (1973) es una colección pionera de cuentos de Anansi, que tienen la virtud de partir del personaje en cuestión, respetando su particular manera de enfrentar la realidad, pero la mismo tiempo, echando a volar su imaginación en un amalgama del Anansi africano, con el folklore tradicional caribeño y su propia creatividad literaria.

27En ese mismo sentido Quince Duncan publicó en 1988 Los Cuentos de Jack Mantorra, uno de cuyos relatos se incluyen a continuación. Es un texto dirigido a niños.

28Anansi, luchando por su vida, se salvó de ahogarse del río milagrosamente porque nunca aprendió a nadar. (Los animales de la selva, donde era rey, cansado de sus fechorías se levantaron contra él y lo hubieran matado si no huye). Estuvo mucho rato en la ribera, botando todo el agua que había tragado, que era casi la mitad del río. Cuando finalmente se recuperó decidió pensar seriamente en lo que iba a hacer de ahí en adelante.

29En realidad, tenía muchas razones para pensar. Se dio cuenta que había perdido su reino por mañoso. Jack Mantorra dice que no noay que olvidar que Anansi fue rey en Tutulandia. Y ahora, ya no podía seguir viviendo en la selva por la misma razón: másde una fechoría les había hecho a la mayor parte de los animales.

30Decidió mejor comenzar a caminar siguiendo el camino. Andando y andando llegó a la línea del tres, en el mismo momento en que iba saliendo hacia la gran ciudad. Se coló en uno de los vagones, y escondiéndose entre la mercadería que llevaban logó viajar sin tener que pagar su boleto.

31Así llegó a la ciudad. Anansi que ya comenzó entender las cosas. Se dio cuenta que en el barrio en el que vivía, o mejor dicho, en el barrio en que escondía, mandaba el Hermano Gato. Este tenía una fábrica de hamburguesas de diferentes tipos de carnes. Un rótulo inmenso a la entrada del negocio decía que vendía carne para hamburguesas. Entre las variedades estaban las siguientes:

“perro burguesas”
“conejo burguesas”
“caballo burguesas”
“pollo burguesas”
“lagarto burguesas”
... y así por el estilo.

32Una noche, cuando ya no aguantaba el hambre, y estaba cansado de meterse a los reaurantes a comer lo que la gente dejaba, se consiguió una escalera para saltar sobre el muro del almacén del Hermano Gato para robarse una cena. Logró llegar a la parte alta del muro, pero no contaba con que el Hermano Gato había instalado sobre la tapia un distema de protección eléctrica qeue daba una descarga terrible a los que se subieran allí.

33Pue bien, cuando Anansi sintió aquella descarga, se soltó del muro y cayó de cuerpo entero. Quedó un buen rato sin poderse smover. Pero al fin, marcó el sitio en que había caído con unas ramitas, escondió la escalera y se puso a pensar de qué manera podría sacarle provecho a la trampa que había puesto el Hermano Gato.

34Apenas tuvo el plan pensado, se prsentó a la oficina del Hermano Gato y le ofreció suministrarle carne para sus hamburguesas. Le explicó que él conocía muiy bien la selva, que todos los animales lo conocían muy bien, y que no sería dif`’icil cazarlos, si contara con el apoyo de Hamburgesas Gatunas, la empresa de la que era dueño el Hermano Gato.

35A los días comenzó a cambiar la situación de Anansi. Jack Mantorra lo vio comprar un jeep de lujo. Dice que vestía zapatas blancos en sus cuatro patas, llevaba un pastón negro en una de sus cuatro manos, un par xe guantes en otras dos y un puro en la otra. Mantó a pintar un rótulo en el jeep que decía, “Anansi Tours”, y debajo en letras pequeñas: viajes de turismo. Eso fue el miércoles. Y ya el viernes, Jack lo vio irse por el caminito de la selva en su jeep de lujo...

36Iba de pueblo en pueblo, vendiendo a los animales excursisones por la ciudad. Era un buen negocio y al poco tiempo Anansi tenía una gran casa con piscina, un carro de lujo con tel`’efono, un yate en Limón, una hacienda en Guanacaste, una casa en Miami y un equiò de fútbol con su nombre: Deportivo Anansi Boys.

37Todo iba bien, muy bien. Solo que la Hermana Lagarto, a quien Anansi en una ocasión le había comido sus huevos, le puso precio a su cabeza. Ella estaba dispuesta a pagar un millón de monedas reales para camturarlo y castigarlo por lo que le hizo con sus hijos. Pero era muy difícil capturarlo, porque con todo le dinero que tenía ahora Anansi no aparecía en público en ninguna parte, pues se hb`’ia comprado un helicóptero y nadie lo lograba detener.

38Pero Tucumá, el famoso Tucumá, sobrino de Anansi, que ahora también viviía en la ciudad, oyó el cuento y quiso averiguar por qué le iba tan bien a Anansi y además cual era el negocio que tenía con el Hermano Gato, que también tenía fama de tramposo. Así que se propuso investigar el caso y además, en caso de que lograra capturar a Anansi, prometió donar su dinero al hospicio de huérfanos porque ya tenía suficiente dinero para vivir bien.

39Tucumá se fue al campo a preguntar en los pueblitos de la selva por las fechorías de Anansi. Todos le decían que Anansi ahora era un gran señor, que se había compuesto totalmente, que ya no robaba huevos de lagarto, que andaba de zapatos de charol y valija ejecutiva y que ahora era una persona de bien, incapaz de hacer nada malo. Tucumá sin embargo, no se quiso tragar el cuento, pero eso era lo que decían todos, de modo que no había por donde hacer nada. Y estaba por abandonar sus investigaciones cuando comenzó a notar algo extraño: de cada diez animales que iban a la ciudad en la excusión de Anansi, tres no volvían nunca al pueblo.

40Tucum`’a preguntó a todo el mundo cómo explicaba eso y le respondían que es que se quedaban trabajando que el mismo Anansi les guscaba trabajo con su amigo el Hermano Gato. Todo eso intrigó a Tucumá, quien entonces se disfrazó de Tiburón y comproó un boleto en la excursión de Anansi.

41Pues bien, dice Jack Mantorra que al principio todo iba muy bien. Los guías enseñaban todas las cosas bellas que tenia la ciudad a los excursionistas; los monumentos, las fuentes, las luces, el Museo de Oro, el Museo de Arte, el Museo Nacional, El Parque Nacional de Diversiones, el Parque Metropolitano de la Sabana, el Parque González Víquez, en fin, muchas otras cosas bonitas. Pero por la tarde, se presentó Anansi en persona para invitar a los que querían quedarse trabajando en la ciudad a una reunión. Se ofrecieron cuatro animalitos y Anansi se los llevó en su auto de lujo.

42Tucumá se disfrazó de ratón para seguirlos por los caños y las alcantarillas y de ave nocturno para controlarlos desde el aire. Y fue así como descubrió el truco de Anansi. Esulta que los llevaba ¡adivinen donde! Pues ni más ni menos que al muro del Hermano Gato, donde él mismo Anansi había recibido la descarga elétrica y había caído. Los llevaba allí de uno en uno y los invitaba a hacer “la prueba del muro” por medio de la esclare, pero claro, los pobres no sabían nada de la descarga eléctrica.

43Los animales subían confiados, pero al llegar arriba ¡pum!... los sorprendía aquel golpe de electricidad; pegaban un rebuzno, un relincho, un cuac o lo que fuera, y se carían al suelo, donde el maloso de Anansi tenía una trampa para animales. Como quedaban turuletas, allí mismo los recogía y de los llevaba al almacén del Hermano Gato y los vendía, este para pato burguesas, este otro para burro burguesas, y todavía este otgros para tijo burguesas.

44¡Así que ese era el negocio de Anansi!

45Era mejor negocio la venta de los animales que las excursiones, las que, en realidad, solo servían de anszuelo para atraer a sus futuras víctimas. En vez de dedicarse al trabajo honrado de organizar paseos, quiso buscar el dinero fácil, vendiendo a sus compañeros animales.

46Pues bien, Tucumá habló con los animales de la selva. Les hizo ver lo que estaba haciendo este bandido de Anansi. Y fue así como entre todos celebraron una gran reunión, para ponerse de acuerdo y librarse de una vez por todo del tal tramposo.

47Cuenta Jack Mantorra que él estuvo en la reunión. Dice que todo el mundo estaba allí y que todos tenían alguna queja contra Anansi. Decidieron venirse a la ciudad y obligar a Anansi a caer en su propia trampa y eso fue lo que hicieron.

48Con mucha maña lograron al fin capturarlo. Lo invitaron a una fiesta con todos los animales. Anansi pensó que era su gran día, porque allí iba a conocer a muchos animalitos tontitos que querían trabajar en la ciudad para seguirlos engañando. Lo que menos se imaginaba es que los animalinos no eran tontos: lo que les había estado pasando era por confiados nada más. De modo que cuando Anansi vino a la fiesta lo capturaron y lo llevaron al muro del Hermano Gato, y lo obligaron a subir por la escalera hasta la parte de arriba.

49Por supuesto que Anansi sabía lo que iba a ocurrir. Así que, un poco antes de llegar a la parte superior se hizo araña y lanzó su tela y por eso, cuando recibió la descarga eléctrica no cayó al suelo, sino que su telaraña lo sostuvo. Pero tuvo que quedarse a vivir en los techos y en los muros.

50Dice Jack Mantorra que si no creen lo que cuenta, que se fijen en la parte de arriba de los muros y en las esquinas de los cielos rasos, van a ver allí a Anansi, convertido en araña, sin poder bajar al suelo por miedo de ser atrapado. Pero según Jack es cuestión de tiempo, pues como sucede con todos los mañosos y tramposos, más tarde o más temprano caen en su propia trampa.

51Pero Anansi ha trascendido ya la comunidad de afrodescendiente. En el plano internacional se le ha incluido en textos “mainstreem” de literatura en inglés, para uso en los centros escolares. Y en el 2005 el autor británico Neil Gaiman publicó la novela Los hijos de Anansi que alcanzó el primer lugar en la lista de best-sellers del New York Times.

Bibliographie

Bibliografía

Anglin Edwards, Joyce. Anancy in Limón. Tesis de licenciatura, Facultad de Letras. Universidad de Costa Rica, 1981.

Briton, Carol. Cuentos Afrocaribeños de la Araña Anancy y sus amigos. San José: 2008.

Chang, Guiselle. Compiladora. Cuentos Tradicionales Limonenses. San José: Editorial Costa Rica, 2006.

Duncan, Quince. Los Cuentos de Jack mantorra. San José: Editorial Nueva Década, 1988.

Duncan, Quince. Los Cuentos del Hermano Araña. 2da. Ed. San José: Editorial Nueva Década, 1991.

Duncan, Quince y Carlos Meléndez. El Negro en Costa Rica. San José: Editorial Costa Rica, 1972.

Gaimon, Neil. Los Hijos de Anansi. Barcelona: Roccabolsillo, 2007.

Palmer, Paula. What Happen. San José: Ecodesarrollos, 1977.

Pochet Rodriguez, L. M. Las telas transgresoras de la araña Anancy en el archipiélago de San Andrés, Vieja Providencia y Santa Catalina (Colombia) y en la provincia Atlántica de Limón (Costa Rica). Faculty Faculty of Social and Behavioural Sciences, 2008.

Auteur

Catedrático jubilado de la Universidad Nacional. Doctor Honoris Causa, St. Olaf College, Nortfield, Minesota, Licenciado en Estudios Latinomericanos, Bachiller en Literatura y Lingüística y Profesor de Estado, por la UNA. Autor de más de 25 libros de historia, crítica literaria, asuntos étnicos, manuales educativos y textos de ficción. Es Premio Nacional de Novela Aquileo J. Echeverría, 1979. Investigador y activista sobre derechos humanos y étnicos, ha formado parte de programas internacionales dedicados a combatir el racismo y a promover el conocimiento de la cultura africana y de los afrodescendientes. Ha sido integrante del equipo productor de la Serie Del Olvido a la Memoria UNESCO-Universidad de Costa Rica y fue coordinador de los textos de la Campaña por los derechos de los afrodescendientes del Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Es miembro de la Asociación Proyecto Caribe de Costa Rica y de la ONECA.

Le texte et les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont sous Licence OpenEdition Books, sauf mention contraire.

Rechercher dans OpenEdition Search

Vous allez être redirigé vers OpenEdition Search