Capítulo 5. Mapas políticos indígenas, 1991-1998
p. 177-220
Texte intégral
1Los procesos electorales constituyen un aspecto central y un indicador elocuente del “juego político”. Al respecto es importante tomar en cuenta el estudio de sus distintos componentes: fuerzas en competición, candidatos y programas; preparación y realización de las jornadas electorales; relación participación-abstención; adhesión del electorado a las diferentes fuerzas; naturaleza del voto -voto de apoyo, voto de protesta-; resultados y repartición de las curules en función de los votos obtenidos, etcétera. Con el objetivo de reunir algunas “claves” para comprender mejor la experiencia reciente de las comunidades indígenas en el campo electoral, se recurrió a esta herramienta con una atención especial en lo que concierne a los comicios -parlamentarios, municipales y departamentales, presidenciales- de 1991, 1992, 1994, 1997 y 19981.
2A pesar del retiro declarado de la Onic -y del abandono de su personería jurídica-, a partir de 1991 las comunidades indígenas participarán en las elecciones por medio de las organizaciones Aico, ASI y MIC. Tres distintas etapas han podido perfilarse a lo largo de la década de 1990: primeros pasos del movimiento indígena en el espacio político-electoral nacional; consolidación de la presencia de sus representantes en ese mismo espacio; y “selección natural” de sus organizaciones, con la desaparición de una de ellas y el fortalecimiento de las demás. Además, otro elemento se revelará como una constante para el movimiento indígena en los procesos electorales: la tendencia a la división, cada vez más marcada en su seno.
1991-1992: PRIMEROS PASOS
3En 1991 tuvieron lugar las primeras elecciones después de la Asamblea Nacional Constituyente. En esa oportunidad, los colombianos pudieron elegir, por primera vez, los gobernadores de los departamentos del país. Esas elecciones sirvieron también para definir la nueva composición del Congreso. En este sentido, tuvieron una importancia particular: en la medida en que a este órgano legislativo le correspondía la tarea de votar las leyes, el destino y la aplicación de la nueva constitución en parte dependían de él. Para este proceso electoral a las fuerzas políticas del país se les impuso una condición especial: los ex constituyentes no tenían derecho a presentarse en las listas parlamentarias. Dentro de este contexto, que traía consigo muchas expectativas, las organizaciones indígenas dieron sus primeros pasos en la palestra parlamentaria nacional, apenas un año después de su presencia inesperada en la constituyente. Al lado de los partidos tradicionales y de fuerzas alternativas nacidas de los grupos desmovilizados de la guerrilla o del proceso “reconstituyente” de 1990-19912, los nuevos partidos políticos indígenas se le miden a la “batalla electoral”. Como resultado de esta primera serie de elecciones pos constituyente, tres senadores indígenas accedieron al Congreso por el periodo 1991-1994; veintitrés concejales y cinco diputados fueron elegidos en 1992. en representación de las organizaciones Aico, ASI y MIC.
LAS ELECCIONES DE OCTUBRE DE 1991: CONGRESO Y GOBERNADORES
4Con motivo de las elecciones del Congreso de 1991, a los electores del país se presentaron ocho listas en nombre de las organizaciones indígenas. Tres de ellas para Senado y las demás para Cámara de Representantes.
5En el momento en que se acercaban estas elecciones, la Onic todavía disponía de su personería jurídica. En representación de ella, Gabriel Muyuy era candidato al Senado por la circunscripción especial indígena. Los demás aspirantes representaban al Movimiento de Autoridades Indígenas de Colombia y a la Alianza Social Indígena. Floro Alberto Tunubalá, José Narciso Jamioy Muchavisoy, Luis Hernando Ramos Campo y José Fernando Caspud Cuaical eran los candidatos de Aico: el primero para el Senado, escogió la circunscripción nacional ordinaria; los siguientes aspiraban a la Cámara de Representantes por Bogotá, Cauca y Nariño respectivamente. Por su lado, la ASI presentó tres listas: la de Anatolio Quirá, quien aspiraba a llegar al Senado, también por la circunscripción especial; y las de Jesús Enrique Piñacué y Walters Ponare Jiménez, quienes se presentaron para la Cámara, por los departamentos de Cauca y San Andrés.
6Cuatro de estas listas dieron a las organizaciones indígenas los resultados esperados. En efecto, los tres aspirantes al Senado resultaron elegidos. De manera general, así como en el momento de la constituyente, recibieron un fuerte respaldo del electorado de las principales ciudades del país y sus “zonas de influencia”. Primero entre ellos con 30.312 votos, Floro Alberto Tunubalá obtuvo una votación especialmente significativa en la capital (8.413 votos) y en los departamentos del Valle (4.652), Nariño (4.441), Cauca -su departamento de origen- (2.785) y Antioquia (2.379). Muy cerca de él, Gabriel Muyuy reunió 30.020 votos conquistados principalmente en Bogotá (5.858), Putumayo -departamento donde nació- (3.147), Valle (3.071), Antioquia (2.640), Amazonas (2.136), Córdoba (2.079) y Nariño (1.187). Por último, Anatolio Quirá sedujo al electorado en su región de origen, el Cauca (6.157), en la capital (2.375), en Antioquia (3.175), en el Valle (2.056), Tolima (1.640) y Caldas (1.403). Alcanzó así un total de 24.493 votos (véase la tabla 3).
7En cuanto a la Cámara de Representantes, la experiencia electoral de 1991, fue favorable también a uno de los candidatos del Movimiento de Autoridades: con 15.458 votos, José Narciso Jamioy Muchavisoy accedió a este órgano del Congreso. Con un número de votos mucho más limitado, los demás aspirantes de esta organización y de la ASI no resultaron elegidos (véase la tabla 4).
8Por otro lado, el Movimiento de Autoridades presentó también una candidatura indígena para la gobernación del departamento del Cauca: Luis Guillermo Ramos Rodríguez, candidato que obtuvo 2.918 votos, insuficientes para permitir su elección (véase la tabla 5).
TABLA 3. VOTO A FAVOR DE LOS CANDIDATOS DE LAS ORGANIZACIONES AICO, ASI Y ONIC (SENADO, 1991)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, Elecciones de Congreso, Bogotá, 1991
TABLA 4. VOTO A FAVOR DE LOS CANDIDATOS DE LAS ORGANIZACIONES ASI Y AICO (CÁMARA DE REPRESENTANTES, 1991)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, Elecciones de Congreso, Bogotá, 1991.
TABLA 5. VOTO EN FAVOR DEL CANDIDATO DE AICO (GOBERNACIONES, 1991)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, Bogotá, 1991.
LAS ELECCIONES MUNICIPALES Y DEPARTAMENTALES DE 1992
9Pocos meses después de las elecciones parlamentarias de 1991, las organizaciones políticas indígenas alistaron de nuevo sus candidaturas para las elecciones municipales y departamentales de octubre de 1992, movilizándose entonces en distintos departamentos: Amazonas, Antioquia, Bolívar, Cauca, Chocó, Córdoba, Cundinamarca, La Guajira, Nariño, Putumayo, Risaralda, Sucre y Tolima.
10Así como para las elecciones de gobernadores, el Movimiento de Autoridades era el único en estar motivado por la perspectiva de la elección de alcaldes y en proponer candidaturas de sus representantes en tres municipios: dos en el departamento de Nariño y el tercero en el Putumayo. Sin embargo, reuniendo apenas un total de 1.569 votos, Aico no ganó ninguna alcaldía en 1992 (véase la tabla 6). Mientras tanto, la Onic y la ASI no participaron en estas elecciones. Estas dos organizaciones mostraron mayor “dinamismo” para llegar a los concejos de varios municipios. Con este fin, la ASI elaboró diez listas: en Antioquia, Cauca, Córdoba, La Guajira, Risaralda y Tolima. Paralelamente, la Onic presentó candidatos en seis municipios: en los departamentos de Amazonas, Bolívar, La Guajira, Putumayo y Sucre. En cuanto al Movimiento de Autoridades, tampoco se quedó al margen del proceso, presentó nueve candidatos para municipios de los departamentos de Cauca, Cundinamarca, Nariño y Putumayo. De manera general, esta movilización tuvo cierto éxito, pues de las veinticinco listas de las organizaciones Aico, ASI y Onic, veintiuna resultaron positivas con un total de 8.849 votos a su favor en municipios de distintos departamentos del país: Cauca, Nariño y Putumayo, para el Movimiento de Autoridades; Antioquia, Cauca, Córdoba, La Guajira y Tolima, para la ASI; Amazonas, Bolívar y Sucre, para la Onic (véase la tabla 7).
11El acceso a las asambleas departamentales también llamó la atención de las organizaciones políticas indígenas. Una vez más, Aico se distingue por su intensa actividad pre-electoral; la organización propuso candidatos en tres departamentos del país: José Gilberto Muelas, en el Cauca; Fernando Cuaspud, en Nariño; y Salvador Jacanamijoy, en el Putumayo. Sin embargo, la Onic y la ASI también estuvieron representadas en esta campaña electoral: la primera presentó una lista en el Putumayo y la segunda en el Cauca. De estos candidatos, sólo uno salió elegido: el de la ASI, Luis Carlos Delgado (véase la tabla 8).
TABLA 6. CANDIDATOS Y ELEGIDOS DE AICO (ALCALDÍAS, 1992)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, Bogotá, 1991.
TABLA 7. CANDIDATOS Y ELEGIDOS DE AICO, ASI Y ONIC: (CONCEJOS MUNICIPALES, 1992)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, Bogotá, 1992.
TABLA 8. CANDIDATOS Y ELEGIDOS DE AICO, ASI Y ONIC (ASAMBLEAS DEPARTAMENTALES, 1992)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, Bogotá, 1992.
1994: SEGUNDO ACTO. CONSOLIDACIÓN DEL PAISAJE POLÍTICO INDÍGENA
12Después de los primeros pasos de la participación política indígena no sólo directa -como la de la época de la constituyente- sino también “ordinaria” -a raíz de los procesos electorales de 1991 y 1992-, 1994 fue significativo por varias razones. Por una parte, ese año coincidieron varias elecciones: parlamentarias y de gobernadores en marzo, presidenciales en mayo, municipales y departamentales en octubre. Por otra, esos comicios electorales no sólo sirvieron para confirmar la presencia del movimiento indígena en los órganos políticos nacionales, sino que, también, dejaron al descubierto algunos de los límites de este fenómeno y revelaron -o acentuaron- el proceso de fraccionamiento del movimiento indígena.
ELECCIONES EN SERIE
Las elecciones parlamentarías de marzo
13Con ocasión de la elección para el Congreso, once “listas indígenas” fueron propuestas al electorado: cinco para Senado y seis para Cámara. Por medio de ellas, las tres organizaciones políticas indígenas participaron en las elecciones.
14Aico estuvo representada por Lorenzo Muelas y Floro Alberto Tunubalá como candidatos al Senado, y por José Narciso Jamioy como candidato a la Cámara de Representantes en Bogotá. Las cabezas de lista de la ASI fueron Jesús Enrique Piñacué y Francisco Rojas Birry para el Senado, y Anatolio Quirá, Félix Gómez y Hernando Sánchez para la Cámara de Representantes por los departamentos de Cauca, Guainía y Vichada, respectivamente. Por último, Gabriel Muyuy, Eduardo Rodríguez y Juan Pablo Castillo encabezaron las listas del MIC: el primero para el Senado y los otros dos para la Cámara por los departamentos de Amazonas y Vichada. De las listas para Senado, solamente las de Lorenzo Muelas y Gabriel Muyuy se presentaron ante la circunscripción especial. Las otras se inscribieron para la circunscripción ordinaria3.
15Independientemente de su origen étnico y su pertenencia política, estos candidatos indígenas tenían una particularidad en común: haberse destacado previamente como líderes, algunos en el ámbito comunitario y otros en un marco más amplio de índole nacional. Lorenzo Muelas, guambiano y originario de Silvia (Cauca), y Francisco Rojas Birry, embera del Chocó, fueron los dos representantes indígenas elegidos para la Asamblea Nacional Constituyente en 1990. Por su parte, Floro Alberto Tunubalá, también guambiano de Silvia, el coconuco caucano Anatolio Quirá y el inga del Putumayo, Gabriel Muyuy, desempeñaron el cargo de senadores entre 1991 y 1994. Jesús Enrique Piñacué, nasa del Cauca, y José Narciso Jamioy, kamsá del Putumayo, fueron candidatos, sin éxito, a la Cámara de Representantes en 1991. Por último, el puinave Félix Gómez, ex presidente del Consejo Regional Indígena del Guainía, Eduardo Rodríguez, macuna del Amazonas, y dos sikuanis del Vichada, el maestro bilingüe Juan Pablo Castillo, y Hernando Sánchez, fundador del Consejo Regional Indígena del Vichada, trabajaron con anterioridad a escala comunitaria, municipal o departamental4.
16De manera general, al igual que a las elecciones parlamentarias de 1991, los candidatos al Senado obtuvieron resultados prometedores en las regiones cobijadas por las tres principales ciudades del país, Bogotá, Medellín y Cali. Además de estas regiones, el voto a favor de candidatos indígenas fue relativamente importante en algunos departamentos: Cauca (8.102. votos para Jesús Enrique Piñacué), Nariño (4.828 para Lorenzo Muelas), Chocó (2.904 votos para Francisco Rojas), Putumayo y Córdoba (respectivamente 1.977 y 1.809 votos para Gabriel Muyuy), Tolima (1.371 para Jesús Enrique Piñacué), Caldas (1.298 votos para Francisco Rojas), y Cundinamarca (1.065 para Lorenzo Muelas) (véase la tabla 9). Aun cuando es cierto que en la mayoría de los casos estos resultados sólo representan entre 0,2% y 1,5% de la votación total por la circunscripción departamental, es importante señalar algunas excepciones. En sus departamentos de origen, Chocó y Cauca, Francisco Rojas y Jesús Enrique Piñacué alcanzaron 5,76% y 5,71% del total de los sufragios, respectivamente; por su parte, Lorenzo Muelas consiguió más de 2% de los votos en Nariño. En una visión más global, los dos candidatos de la ASI obtuvieron 36.626 votos en todo el país (Francisco Rojas, 20.453 y Jesús Enrique Piñacué, 16.173), y Floro Alberto Tunubalá, de Aico, logró reunir 12.413 sufragios. Sin embargo, estos resultados fueron demasiado bajos para permitir su elección al Senado. En consecuencia, sólo Lorenzo Muelas y Gabriel Muyuy, quienes lograron 28.366 y 14.245 votos, respectivamente, en la circunscripción especial, pudieron ser elegidos senadores. Al respecto, es importante señalar también que los dos candidatos de la ASI, Francisco Rojas Birry y Jesús Enrique Piñacué, ambos inscritos en la circunscripción ordinaria, lograron -sin salir elegidos- mejores resultados que Gabriel Muyuy, elegido por la circunscripción ordinaria, lo que llevó a la ASI a repensar su estrategia con la perspectiva de las siguientes elecciones (véanse las tablas 9 y 10).
17En cuanto a la Cámara de Representantes, el candidato de Aico obtuvo 6.048 votos en Bogotá; los de la ASI reunieron, respectivamente, 9.571, 705 y 467 sufragios en los departamentos de Cauca, Vichada y Guainía; y los del MIC, 283 y 599, en Amazonas y Vichada, resultados muy débiles para permitir su acceso al Congreso5 (véanse las tablas 11 y 12).
TABLA 9. VOTO A FAVOR DE LOS CANDIDATOS DE LAS ORGANIZACIONES AICO, ASI Y MIC (SENADO, 1994)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, Elecciones de Congreso, Bogotá, 1994.
TABLA 10. VOTO A FAVOR DE LAS ORGANIZACIONES AICO, ASI Y MIC (SENADO, 1994)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, Elecciones de Congreso, Bogotá, 1994.
TABLA 11. VOTO A FAVOR DE CANDIDATOS DE LAS ORGANIZACIONES AICO, ASI Y MIC (CÁMARA DE REPRESENTANTES, 1994)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, Elecciones de Congreso, Bogotá, 1994.
TABLA 12. VOTO A FAVOR DE LAS ORGANIZACIONES AICO, ASI Y MIC (CÁMARA DE REPRESENTANTES, 1994)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, Elecciones de Congreso, Bogotá, 1994.
Las presidenciales de mayo
18Las elecciones presidenciales de mayo de 1994 contaron también con la presencia de uno de los representantes de las comunidades indígenas del país. Al lado de Antonio Navarro, quien se lanzó para la presidencia de la república a nombre de la Alianza Democrática M-19, se propuso la candidatura de Jesús Enrique Piñacué para la vicepresidencia. Sin embargo, esta candidatura suscitó controversias y preocupaciones en el seno de la ASI.
19La aceptación por parte de la ASI de “caminar” al lado de la AD M-19 en las elecciones presidenciales puede explicarse, en parte, por la existencia de una “amistad” entre las dos fuerzas político-sociales. Por otra parte, este hecho pudo ser dotado de un valor simbólico: la AD M-19 había nacido de la desmovilización del grupo guerrillero M-19 y de sus esfuerzos por la búsqueda de la paz, por lo que ameritaba apoyo. Ahora bien, la actitud de la ASI surgió también de un cálculo estratégico preciso mediante el cual impuso algunas condiciones para firmar la coalición: Piñacué no debía aparecer como un candidato perteneciente a la AD M-19, sino como un candidato indígena, lo que implicaba que ambos candidatos debían adelantar, paralelamente, la lucha electoral. De esta manera, según los dirigentes de la organización, el objetivo era fortalecer el pluralismo por medio de la coalición con la AD M-19 y, a su turno, favorecer la representación de las comunidades indígenas a escala nacional, además de aumentar su visibilidad y popularidad mediante la difusión de su propio discurso6.
20A pesar de expectativas favorables, la doble candidatura Navarro-Piñacué fracasó y los resultados no correspondieron a las esperanzas: mientras que se había estimado que la coalición de las dos “alianzas” podría arrastrar 10% de la votación, el llamado Compromiso Colombia logró apenas 217.067 votos, o sea, 3,79% de los sufragios, y ocupó la tercera posición, detrás de los dos partidos tradicionales, que acapararon más de 90% de la votación (Pizarro, 1994: 95; RNEC, 1994). Además de estos resultados limitados, la candidatura de Jesús Piñacué motivó reflexiones en el seno de la ASI: los dirigentes regionales y locales de la organización, así como unos cabildos del Cauca, reprocharon a los líderes de Bogotá haber decidido participar en la elección presidencial sin haberlos consultado previamente. En respuesta, los representantes “bogotanos” de la ASI argumentarían que esta candidatura, confirmada sólo unas pocas horas antes del cierre de la inscripción de las listas, había hecho imposible una mayor concertación regional y local.
21En todo caso, esta crítica de la base de la ASI a sus representantes nacionales puso en evidencia ciertos desequilibrios internos en la organización: desequilibrios comunidades/líderes, por una parte; desequilibrios líderes locales y regionales/líderes nacionales, por otra.
Las elecciones municipales y departamentales de octubre
Alcaldías
22Las mismas organizaciones indígenas que se presentaron en las elecciones parlamentarias propusieron sus candidatos para las elecciones municipales de octubre de 1994, con treinta y siete candidaturas en todo el país (véase la tabla 13). Sin duda alguna, el Cauca apareció como “privilegiado” en estas elecciones, ya que veintidós de los candidatos se presentaron allí. En estos comicios, la ASI estuvo especialmente activa: dicha organización propuso un total de veintiséis candidatos, de los cuales dos se presentaron en Antioquia, cinco en Chocó y diecinueve en el Cauca. Por su parte, Aico y el MIC también se movilizaron. Mientras Aico inscribió seis candidatos -tres en el Cauca, dos en Nariño y uno en Putumayo-, el MIC estuvo presente en Boyacá, Caquetá, Casanare, Putumayo y Santander con cinco candidatos, uno por departamento (véase la tabla 13).
TABLA 13. CANDIDATOS Y ELEGIDOS DE AICO, ASI Y MIC (ALCALDÍAS, 1994)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1994.
23En materia de resultados, el conjunto de esas listas contó con la simpatía del electorado. Para un total nacional de 7’979.170 votos, 40.097 sufragios fueron depositados a favor de los candidatos de los movimientos indígenas. De estos, la ASI obtuvo la mayoría, con 32.097 votos a su favor: 27.075 en el Cauca, 3.032 en el Chocó y 1.990 en Antioquia. Por medio de sus seis listas, el Movimiento de Autoridades totalizó 6.637 votos: 4.677 en el Cauca, 1.541 en Nariño y 419 en el Putumayo. Por último, las cinco listas del MIC le reportaron 1.363 votos al movimiento: 684 en Boyacá, 251 en Santander, 248 en Putumayo, 137 en Caquetá y 43 en Casanare. En la mayoría de los casos, esta votación no fue suficiente para que los candidatos indígenas alcanzaran las alcaldías para las cuales se presentaron: ni Aico ni el MIC tuvieron éxito. Por su parte, la ASI conquistó ocho cargos por medio de sus numerosas listas: uno en el Chocó y siete en el Cauca (véase la tabla 13).
Concejos municipales
24Paralelamente a la elección de los alcaldes, las organizaciones indígenas inscribieron sus listas para los concejos municipales. De 18.783 listas a escala nacional, 2.47 fueron “indígenas”. El departamento del Cauca se destacó de nuevo por el alto número de candidaturas propuestas por las organizaciones indígenas: ciento diez listas, o sea 16,27% del total contabilizado en este departamento -y ¡dos listas más que el Partido Conservador!-. Aparte del Cauca, la presencia indígena fue perceptible en los departamentos de Choco, Putumayo, Antioquia, Nariño, Santander, Tolima y Córdoba (véase la tabla 14); en los cinco últimos, sin embargo, estuvo fuertemente contrabalanceada por los partidos tradicionales. Puede subrayarse también el caso del departamento de Guainía, que mostró unas características opuestas: sólo dos listas indígenas se inscribieron allí, que correspondieron a 7,69% del total de las listas del departamento, en el que el Partido Conservador no participó en estas elecciones.
25Por medio de esas numerosas listas, las organizaciones indígenas alcanzaron a reunir 74.893 votos. Una vez más, sus resultados fueron especialmente significativos en el Cauca, donde representaron 14,78% de los sufragios, y relativamente importantes en los departamentos de Chocó y Nariño. Así como para la elección de los alcaldes, la ASI multiplicó sus candidatos, proponiendo ciento setenta y una listas al electorado (véase la tabla 14), de las cuales diecisiete estuvieron encabezadas por mujeres. Esta vez, también, Cauca estuvo particularmente marcado por el “ardor” de la organización: de las ciento setenta y una listas de dicha organización, ciento una fueron presentadas en ese departamento. Con ellas, la ASI pudo canalizar 29.194 sufragios, 13,1% de la votación total. Los demás departamentos “favorecidos” por la organización fueron Antioquia (veintitrés listas, 6.386 votos), Chocó (diecisiete listas, 3.993 votos) y Tolima (siete listas, 2.396 votos). Además, la Alianza Social Indígena también propuso una lista única para el Distrito Capital de Bogotá, donde obtuvo 2.774 sufragios. De esta manera, la ASI consiguió 51.928 votos en el país, es decir, 69,34% del voto nacional “pro-indígenas”.
26Por su parte, el MIC presentó cuarenta y nueve listas para los concejos municipales (véase la tabla 14). Por medio de una lista única en el departamento de Antioquia, encabezada por una mujer, el movimiento alcanzó sus mejores resultados: Miriam Chamorro Caldera, candidata del MIC en ese departamento, sumó 3.100 votos. En lo que concierne al Movimiento de Autoridades, no propuso sino veintisiete listas (véase la tabla 14), repartidas principalmente entre Nariño (catorce listas, 5.795 votos) y Cauca (nueve listas, 3.764 votos).
TABLA 14. CANDIDATOS Y ELEGIDOS DE AICO, ASI Y MIC (CONCEJOS MUNICIPALES, 1994)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1994.
27Cada una de estas organizaciones alcanzó a ver elegidos a varios de sus candidatos (véase la tabla 14), destacándose la ASI frente a sus “rivales”, por los resultados ampliamente superiores que obtuvo. En efecto, por medio de sus numerosas listas, la Alianza logró ciento veintiocho cupos en los concejos de varios municipios del país, de manera que contó con ochenta y cuatro concejales en el Cauca; dieciséis en Chocó; once en Antioquia; seis en Tolima; tres en Cundinamarca; dos en Caldas; y uno en cada uno de los departamentos de Caquetá, La Guajira, Putumayo, Risaralda, Santander y Valle. Entre el MIC y Aico la proporción listas inscritas/candidatos elegidos se invirtió. Mientras Aico presentó veintisiete listas, de las cuales salieron veintitrés elegidos, sólo diecinueve candidatos llegaron al cargo de concejal por el MIC, que había propuesto cuarenta y nueve listas. En el departamento de Nariño el Movimiento de Autoridades consiguió sus mejores resultados, con quince candidatos elegidos. Paralelamente, también se le abrió el camino para los concejos de varios municipios del Cauca y del Putumayo. Por su parte, el MIC dispersó sus fuerzas, disponiendo de cuatro concejales en Santander; dos en Meta y Sucre; tres en Córdoba y Putumayo; y uno en cada uno de los departamentos de Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, La Guajira y Nariño.
Asambleas departamentales
28En cuanto a las asambleas departamentales, las fuerzas políticas indígenas inscribieron veintinueve listas. Los departamentos de Vichada, Cauca y Guainía mostraron las mayores movilizaciones (véase la tabla 15). En los trece departamentos en donde presentaron listas, las tres organizaciones sumaron 58.726 sufragios, frente a un total de 7’072.627 votos contabilizados en todo el país. En este caso, las estrategias diseñadas por los movimientos indígenas para las elecciones fueron un tanto distintas a las que se utilizaron para alcaldías y concejos municipales. En efecto, en esta ocasión el MIC multiplicó sus oportunidades de ganar, reuniendo dieciséis listas, mientras que la ASI sólo presentó once. Por su parte, Aico no propuso más que dos.
29Nuevamente, la ASI reunió la mayor cantidad de votos: 46.107 votantes se expresaron a su favor. La Alianza logró resultados especialmente significativos en Antioquia y Cauca, departamentos donde obtuvo 2.7.406 y 15.089 sufragios, respectivamente, o sea 3,51% de la votación total en Antioquia y 7,08% de la votación en el Cauca. Para el MIC los resultados fueron menos destacados. La organización obtuvo 8.694 votos en total, siendo Santander (2.935 votos), Huila (1.764) y Vichada (1.091) los departamentos más favorables. Por último, Aico reunió 3.925 sufragios, de los cuales 3.707 fueron obtenidos en el departamento de Cauca. De tal manera que, en materia de resultados, el MIC y la ASI, con varias listas, obtuvieron logros importantes en diferentes asambleas departamentales en el país. Tres aspirantes del MIC, originarios de comunidades sikuanis del Vichada, resultaron elegidos en ese departamento: Marcelino Sosa, Juan Pablo Castillo y Pedro Pablo Hernández con 318, 309 y 291 votos, respectivamente. El uitoto Manuel Ángel Joinama, otro candidato del MIC, conquistó también un cupo en la asamblea del Amazonas, con 553 votos. Por su parte, la ASI aseguró su presencia en las asambleas de los departamentos de Antioquia por medio de la lista encabezada por una emberachamí, Eulalia Yagarí (19.407 votos); en el Cauca gracias a las listas lideradas por una mestiza, Claudia Piñeros (5.661 votos), y por un nasa, Manuel Santos Poto (5.509 votos); en el Chocó, por la de Euclides Peña, también mestizo (2.875 votos); y en el Vichada, con las listas de un candidato sikuani, Luis Bernardo Ponare (320 votos) y de un colono, Gerardo Amórtegui (244 votos). Por su parte, Aico sólo alcanzó un puesto en la asamblea del Cauca, por medio de Luis Fernando Dorado, mestizo del municipio de El Tambo7.
TABLA 15. CANDIDATOS Y ELEGIDOS DE AICO, ASI Y MIC (ASAMBLEAS DEPARTAMENTALES, 1994)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1994.
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30Para terminar, es importante señalar que en 1994, en contraste con la participación destacada de las organizaciones indígenas en las elecciones para asambleas, en ningún departamento del país hubo candidatos para el cargo de gobernador.
DIFERENCIAS Y FRAGMENTACIONES ELECTORALES
31Tras el acontecimiento que significó la Asamblea Nacional Constituyente, tres indígenas accedieron al Senado y, otro, a la Cámara para el periodo 1991-1994. Posteriormente, en las elecciones municipales y departamentales de 1992 veintiún concejales y un diputado salieron elegidos en nombre del movimiento indígena. Sin embargo, en 1994 se presentaron cambios en el paisaje político indígena de Colombia. Después de las elecciones de ese año, el Congreso sólo contó con dos senadores indígenas. En cambio, el número de representantes indígenas en las alcaldías, los concejos municipales y las asambleas departamentales aumentó considerablemente: en 1994, hubo trescientos trece aspirantes y, después de las elecciones, ocho alcaldes, ciento setenta concejales y once diputados elegidos en nombre de las organizaciones Aico, ASI y MIC.
32A partir de estos nuevos datos electorales se perfilan unas tendencias. Sin duda, la presencia de los pueblos indígenas en los órganos políticos de la nación se consolidó. No obstante, esta presencia política aparecía limitada por algunos obstáculos y podía llevar ciertos riesgos: uno, la absorción en la lógica y en las formas de acción políticas impuestas por el sistema de los partidos tradicionales; y dos, la división en el movimiento indígena.
Afirmación de la presencia indígena en el escenario político
33De manera general, puede observarse que los resultados de las organizaciones indígenas son muy distintos según el carácter de los órganos de representación política. Por medio de sus voceros elegidos mediante la circunscripción especial, Aico y el MIC en 1994 aseguraron su presencia en el Senado. Este nivel no fue alcanzado por la ASI, cuyos candidatos no lograron la votación suficiente en la circunscripción nacional. En lo que concierne a las elecciones municipales y departamentales, la ASI pudo, por el contrario, afirmar su capacidad para insertarse en el “juego político” local con cierta “supremacía” frente a Aico y el MIC. En efecto, de las tres organizaciones la Alianza Social Indígena fue la que, mediante una especie de operación avispa indígena, presentó la mayor cantidad de listas y candidatos. También fue la única que contó con alcaldes elegidos y dispuso del mayor número de concejales y diputados. De esta manera, la ASI alcanzó 80,05%, 69,34% y 78,51%, respectivamente, de la votación para las organizaciones indígenas en las elecciones para alcaldías, concejos y asambleas. Frente a la Alianza, Aico y MIC sólo lograron 3,40% y 16,55% de los votos para alcaldes, 13,63% y 17,08% para concejos y, por último, 6,68% y 14,80% para asambleas (véase el mapa 4).
MAPA 4. VOTO A FAVOR DE LAS ORGANIZACIONES AICO, ASI, Y MIC (ELECCIONES DE 1994)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1994.
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34Por otra parte, es interesante constatar que los resultados de 1994 parecían definir unas regiones donde la incidencia de las comunidades indígenas era creciente y, en medio de estas regiones, ciertas zonas de influencia en las que predominaba una u otra de las organizaciones indígenas mencionadas. Algunos departamentos se distinguieron, en efecto, por haber sido testigo de logros prometedores a favor de la opción electoral indígena: Cauca y Chocó para las alcaldías; Cauca, Chocó, Nariño y Putumayo -y, aunque en una menor medida, Antioquia y Guainía- para los concejos municipales; por último, ante todo Cauca y Vichada, pero también Amazonas, Antioquia, Chocó, Guainía y Putumayo para las asambleas departamentales. Como se señaló, en cuanto concierne a los candidatos indígenas para el Congreso de la República, estos lograron éxitos en las ciudades y regiones más importantes del país, y en algunos pocos departamentos con importante población indígena como Cauca, Chocó, Córdoba, Nariño, Putumayo y Tolima.
35De otro lado, los resultados alcanzados por los indígenas fueron similares, en ciertas ocasiones, a los del Partido Social Conservador: por ejemplo, en los departamentos de Cauca y Chocó para la elección de alcaldes, y en Cauca, Guainía y Amazonas para asambleas departamentales. En algunos casos, inclusive, los resultados obtenidos por los candidatos indígenas fueron superiores a los de ese partido: en Cauca y en Guainía -en donde los conservadores no se presentaron- para la elección de concejos, y en Vichada para asamblea. Finalmente, siete municipios de Cauca y uno de Chocó fueron dirigidos por “alcaldes indígenas”, y después de los comicios de 1994 varios concejos y asambleas contaron con representantes de las organizaciones Aico, ASI y MIC. Es más, en el Cauca existirán en adelante municipios en donde las fuerzas indígenas serán mayoritarias, superando así a liberales y conservadores sumados, como fue el caso de los concejos de Corinto, Jambaló, La Vega y Toribío.
36En algunos departamentos, el “panorama indígena” de 1994 se parecía al de 1992. En 1992, Amazonas, Antioquia, Bolívar, Cauca, Córdoba, La Guajira, Putumayo, Risaralda, Sucre y Tolima se distinguieron por haber sido testigos de una participación significativa de las organizaciones indígenas. En muchos de ellos esta situación se repitió en 1994. Al respecto puede notarse la excepción del caso del departamento de La Guajira, en donde la participación a favor de candidatos indígenas fue significativa en 1992 -tres listas, dos elegidos: uno de la ASI y otro de la Onic-, pero no progresó en 1994. Sin embargo, de manera general, la movilización política indígena aumentó. Inexistente o muy débil en 1992, se fortaleció en 1994 en muchos de los demás departamentos, especialmente en Chocó, Guainía y Vichada; no obstante, en este último no pudo lograrse la elección de candidatos en representación de las fuerzas Aico, ASI y MIC.
37En su mayoría, las “subdivisiones” de estas “zonas indígenas” fueron ampliamente favorables a la ASI. En efecto, la organización dominó el voto “pro-indígenas” en Cauca y Chocó en el momento de la elección de los alcaldes. Además de los departamentos citados, la ASI se destacó también en Antioquia y Tolima con motivo de la elección de los concejos municipales, y en Antioquia para la elección de la asamblea departamental. Por su parte, el Movimiento de Autoridades tuvo fuerza en los departamentos de Cauca y Nariño, por lo que concierne a la elección de los concejos municipales. Por último, el MIC se afirmó entonces en Putumayo y Santander, así como en Antioquia, Córdoba, Meta y Sucre para la elección de los concejos municipales, y en Amazonas y Vichada para la de las asambleas departamentales.
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38En ciertos casos, los resultados no permitieron la elección de candidatos del movimiento indígena o no fueron determinantes para cada una de sus organizaciones. Sin embargo, allí también se reveló una “dinámica indígena”, fuera cual fuera la opción electoral -Aico, ASI o MIC-, lo que se tradujo en la elaboración de listas, el respaldo relativo del electorado o la definición de unos “espacios de predilección” para cada una de las fuerzas presentes. Así las cosas, algunos departamentos fueron “cubiertos” por varias de ellas. Fue, por ejemplo, el caso del Putumayo y del Cauca para la elección de alcaldes. En el primero de ellos, 62,82% de los votos “pro-indígenas” se dirigieron hacia Aico, mientras el MIC recibió 37,18% de dichos votos. En el Cauca, a pesar de cierta “supremacía” de la ASI -que reunió 85,27% del voto “pro-indígenas” del departamento-, el Movimiento de Autoridades obtuvo 14,73% de los sufragios a favor de organizaciones indígenas. Con motivo de la elección de los concejos municipales, el MIC y la ASI se afirmaron en el departamento de La Guajira, a pesar de sus resultados relativamente bajos, y obtuvieron 61,13% y 38,87% del voto “pro-indígenas” del departamento. En Putumayo participaron las tres organizaciones, con 61,05%, 22,35% y 16,59% de los sufragios a favor de candidatos indígenas para el MIC, Aico y la ASI. Por último, este tipo de situación se encontró también en distintos departamentos con motivo de la elección de las asambleas departamentales. En Cauca, la ASI apareció como la fuerza dominante con 88,58% del total de los votos a favor de los indígenas; sin embargo, el movimiento Aico alcanzó a reunir 11,42% de dichos sufragios. En Vichada y Guainía el voto a favor de los representantes del movimiento indígena fue compartido entre el MIC y la ASI: en el primero de estos departamentos el MIC motivó a su favor 65,92% del electorado “pro-indígenas”, y la ASI alcanzó a 34,03% del mismo. En Putumayo el MIC apareció también como ampliamente mayoritario, con 78,33% de los votos “pro-indígenas” del departamento, y Aico recibió 21,67% de esos mismos votos.
39Otros departamentos, por el contrario, estuvieron bajo la influencia exclusiva de Aico, de la ASI o del MIC. Así, por ejemplo, la ASI fue la única fuerza indígena representada en Antioquia durante la elección de alcaldes; en los departamentos de Guainía y Cesar, y en la ciudad de Bogotá para la elección de los concejales; y en Guainía para la elección de los diputados. Por su parte, el departamento de Nariño no contó sino con la presencia de candidatos de Aico con motivo de la elección de alcaldes. Por fin, el MIC fue la única organización indígena que presentó sus listas en los departamentos de Boyacá, Santander, Caquetá y Casanare en el momento de la elección de los alcaldes; en el Huila, para la elección de los concejos municipales; y en Vaupés, Santander, Huila, Quindío, Caquetá y Guaviare para la elección de las asambleas departamentales.
40Es interesante observar al respecto que los esfuerzos de movilización, manifestados con motivo de las elecciones municipales y departamentales de 1994, tradujeron muchas veces las diferencias regionales de las tres organizaciones político-electorales indígenas representadas nacionalmente. Originarias de las tierras altas, Aico y ASI no estuvieron presentes en los departamentos de las tierras bajas -con la excepción de Chocó- en el momento de la elección de los alcaldes, mientras que la ausencia del MIC fue total en el departamento de Cauca.
Límites y obstáculos
41A pesar de su progreso global, es evidente que la presencia de representantes indígenas en el escenario político era marginal en comparación con los resultados de los partidos tradicionales. En efecto, por más significativo que hubiese sido el voto a favor de los candidatos indígenas en 1994, este no representó sino 0,50% del voto nacional para las alcaldías, 0,95% del voto total para concejos y 0,83% para asambleas. Según estos porcentajes, la participación política indígena parecía ser muy reducida todavía. Podrían añadirse, además, los débiles resultados en algunos departamentos con fuerte población indígena; en La Guajira, por ejemplo, en donde los votos por los candidatos indígenas fueron inferiores a las expectativas. Puede hacerse referencia también a la situación de los departamentos de Amazonas, Guainía y Vaupés, en donde, a pesar de una fuerte presencia indígena, ningún candidato fue elegido.
42Es cierto que no puede negarse que en ese momento la experiencia política de las comunidades indígenas era todavía muy reciente, elemento al que se añaden problemas de orden práctico, como el hecho de que muchos indígenas no poseen la cédula de ciudadanía necesaria para la inscripción en los registros electorales, o la dificultad de desplazamiento hacia las mesas de votación, en particular en zonas de frontera. Esta debilidad del voto en zonas de fuerte presencia indígena, que contrasta con la importante votación en zonas urbanas, plantea varios interrogantes a propósito del “voto indígena”: ¿se trata de un voto de apoyo? ¿De uno de protesta? ¿Cuál es el electorado indígena? ¿Cuál el electorado “pro-indígenas”? Pueden formularse también algunos interrogantes sobre las motivaciones que llevan a muchas comunidades a participar en la vida política nacional o, por el contrario, en algunos casos, a rechazarla, y si existe alguna correlación entre las relaciones de las comunidades indígenas con la sociedad “blanco-mestiza” y la decisión de las primeras de entrar en el “juego político”.
43El desequilibrio aparente que se percibe entre los estimulantes resultados alcanzados por los candidatos indígenas en las grandes ciudades y los resultados más bajos obtenidos en distintas “regiones indígenas” podría llevar a la presunción de que el electorado “pro-indígenas” está constituido, en buena parte, por no indígenas. En un primer momento podría pensarse que, ante todo en elecciones nacionales, se trata de un voto de protesta que tendría como origen el cansancio generalizado de varios sectores de la población con los partidos tradicionales. Las listas y candidatos indígenas serían una alternativa para que los electores expresen su insatisfacción durante las elecciones. Esta opción sería más viable aún dado que, en buena medida, el discurso y el programa de algunas de las fuerzas políticas indígenas no se limitaban a la defensa de la indianidad, sino que proponían también medidas en beneficio de intereses más amplios.
44Sin embargo, dos elementos tienden a matizar esta hipótesis. Por una parte, el hecho de que a pesar del rechazo aparente con respecto a la clase política tradicional esta conservaba una posición de omnipotencia: en ningún caso, en 1994 el voto a favor de los candidatos indígenas cuestionaba la estabilidad de los partidos tradicionales, sobre todo del Partido Liberal. Si se tratara de un voto de protesta es, pues, sorprendente observar hasta qué punto es limitado. Por otra parte, el hecho de que la “opción indígena” no es la única: desde la Asamblea Nacional Constituyente son numerosas las organizaciones sociopolíticas presentes en el escenario político nacional, aunque sea en un plano secundario. Este hecho puede contribuir a explicar, en parte, la debilidad de un voto “pro-indígenas” como voto de protesta, en la medida en que la multiplicidad de las alternativas tendería a dividir a los sectores opuestos a los partidos tradicionales y, de esta manera, limitaría sus oportunidades para conseguir un voto sólido. No obstante, aun aceptando este hecho, los logros de las organizaciones indígenas son impactantes, si se comparan con los resultados obtenidos por otras fuerzas. El hecho de votar por un candidato indígena no sólo respondería entonces a un voto de protesta, sino también podría corresponder a uno de apoyo. Alguien puede, ciertamente, decidirse a votar por un candidato que no pertenece a los partidos tradicionales, con el fin de mostrar su oposición a estos últimos; no obstante, su escogencia de un candidato indígena por encima de otro que pertenece también a un sector no tradicional puede ser fruto de cierta “sensibilidad” -más o menos conciente- en relación con la “causa indígena”. A propósito, hay que anotar que fue en el momento de la votación para el Congreso cuando este tipo de voto no indígena a favor de candidatos indígenas se manifestó más nítidamente. A la inversa, en las elecciones locales o departamentales quienes estuvieron más motivadas para la movilización fueron las propias comunidades.
45No obstante, esta movilización varió según las regiones. En general, las comunidades indígenas de las tierras altas del Cauca y de Nariño, así como las del Chocó, se han distinguido por su fuerte voluntad de participación. Desde hace mucho tiempo sometidas a problemas ligados a las presiones ejercidas sobre sus territorios, fueron pioneras en las primeras fases de la lucha indígena. Veinte años más tarde aparecen así como herederas de una larga experiencia. Sus aspiraciones se expresan hoy en día en un contexto en el que sus reivindicaciones iniciales -derecho al territorio, a una identidad y a unas autoridades propias- están consignadas en la constitución del país. En este sentido, para ellas se trata ahora de afirmarse en el seno de la nación sobre las bases existentes, reforzando entre tanto unos elementos que aparecen como pilares de su indianidad. El acceso a los cargos públicos aparece, entonces, como un medio para llevar a cabo esta doble estrategia. Por su parte, otras comunidades, en la mayoría de los casos aisladas durante más tiempo de la sociedad nacional, han demostrado menor capacidad de movilización con ocasión de los comicios de 1994. Este tipo de actitud ha sido particularmente notable en los departamentos del norte del país -La Guajira, Cesar y Magdalena- al igual que en la mayoría de los de la amazonia y la orinoquia.
46Con autonomía de la influencia persistente de los partidos tradicionales, particularmente fuerte en el conjunto de esas regiones, pueden distinguirse, sin embargo, varios tipos de situaciones y formular algunas hipótesis para explicar el comportamiento de estas comunidades. Para algunas de ellas, los resultados “pobres” obtenidos por los candidatos indígenas en estas áreas podrían traducir una indiferencia, incluso una oposición manifiesta, frente a la perspectiva de una participación propia en la política nacional. Este sería el caso, ante todo, de ciertas comunidades de la Sierra Nevada de Santa Marta, fuertemente ligadas a sus autoridades tradicionales, o de la comunidad wayuu de La Guajira, en donde luego de haber alcanzado resultados prometedores en las elecciones municipales de 1992, estos casi no lograron progresar en 1994. Por el contrario, en la mayoría de los municipios de la orinoquia y la amazonia la débil movilización de las comunidades indígenas respondería menos a una expresión de desinterés respecto a la escena electoral que a mala preparación, falta de experiencia, limitada capacidad de organización o a otro tipo de obstáculos externos, tales como la lejanía de los puestos de votación o la ausencia de cédulas de ciudadanía, así como a la presencia de varios “grupos de presión” -sobre todo los actores armados- que, en ocasiones, han podido añadirse a la presencia dominante de los partidos tradicionales.
47Finalmente, cabe destacar otro aspecto importante en las elecciones de 1994. Al proponer cada una de las fuerzas indígenas sus listas propias y al presentarse, por tanto, como opciones adversas, las organizaciones indias compitieron unas contra otras. Competencia que, a la vez que confirmó el grado de fraccionamiento del movimiento indígena, lo ilustró. Así las cosas, varios concejos municipales y asambleas departamentales han constituido, de manera separada, el objetivo de los representantes de las distintas opciones político-electorales indígenas. En el departamento del Cauca, la ASI y el movimiento Aico han competido por la representación en los concejos de los municipios de El Tambo, La Sierra y Silvia. Esas mismas organizaciones se han presentado también, separadamente, para la asamblea departamental del Cauca. De igual manera, en Vichada se dio esta misma situación al enfrentarse las listas del MIC y la ASI, también para la asamblea. Habiendo sido buenos los resultados del conjunto de estas listas, la representación indígena dentro de las corporaciones públicas ha sido, a veces, de carácter mixto. Esto ocurrió, por ejemplo, en los concejos municipales de El Tambo, La Sierra y Silvia, al igual que en las asambleas departamentales del Cauca y Vichada.
1997-1998: CONFIRMACIÓN DE LAS TENDENCIAS Y “SELECCIÓN NATURAL”
48Cerca de cuatro años después de los comicios de 1994, entre octubre de 1997 y mayo de 1998 otra serie de elecciones tuvo lugar en Colombia, en las que participaron, por tercera vez, las organizaciones Aico, ASI y MIC.
49En general, los preparativos de estas batallas electorales motivaron la elaboración de estrategias adaptadas a las fortalezas y debilidades de cada una de las organizaciones indígenas, en función de su experiencia durante los años anteriores. Por otra parte, en vez de acompañarse de efectos-sorpresa, los resultados de las elecciones municipales y departamentales de octubre de 1997, así como los de las parlamentarias de marzo de 1998, parecen haber confirmado, más bien, una serie de orientaciones ya perceptibles a partir del ejercicio político realizado desde principios de la década de 1990: tendencia al alza de la movilización y conquista de nuevos espacios, por una parte; divergencias y divisiones, por otra.
50Sin embargo, algunos nuevos elementos aparecerán. En términos globales, los comicios de 1997-1998 dieron testimonio de cierta cohesión del voto a favor de las organizaciones indígenas. Por tanto, a la inversa de la situación observada en el proceso electoral de 1994, los resultados obtenidos a escala nacional fueron similares a los alcanzados local o regionalmente. Paralelamente, las elecciones de 1997-1998 parecen haber marcado una nueva etapa para la “misión electoral” del movimiento indígena colombiano. Por medio de lo que podría calificarse de “selección natural”, contribuyeron a perfilar con más claridad la posición de cada una de sus fuerzas electorales en el tablero político nacional, con su consolidación o, por el contrario, su desaparición. Mientras que el Movimiento de Autoridades y la ASI se fortalecieron -en el ámbito local y regional, en cuanto a la primera de estas organizaciones; en el nacional, en lo que concierne a la segunda-, para el MIC las elecciones de 1997-1998 significaron, primero, un retroceso y, luego, una “descalificación”. Por último, en las elecciones de 1997-1998 se concretará cierta novedad dentro del Congreso colombiano: nuevos elegidos, nuevas perspectivas, ¡y nuevos obstáculos y contradicciones!
51A otro nivel, los comicios electorales de 1997-1998 se distinguieron por haber sido tocados de frente por la voluntad de los actores armados de boicotear los escrutinios en todo el país. Tal situación generó la renuncia de numerosos candidatos, amenazados en varios departamentos, hizo más difíciles aún los desplazamientos hacia las mesas de votación y, por estas mismas razones, a veces permitió la elección de aspirantes con un número de votos muy poco significativo.
ELECCIONES MUNICIPALES Y DEPARTAMENTALES: TENDENCIA AL ALZA
52Una vez más, con el acercamiento de las elecciones de octubre de 1997 las organizaciones políticas indígenas demostraron una fuerte capacidad de movilización con el objetivo de hacer llegar sus representantes a las alcaldías, los concejos municipales, las asambleas departamentales e, incluso, las gobernaciones del país: en 1997, se presentaron quinientas treinta y cuatro listas al electorado, mientras en 1994 habían sido trescientas trece.
Alcaldías
53Las organizaciones Aico, ASI y MIC presentaron cincuenta candidatos a las alcaldías del país (véase la tabla 16). Así como para las elecciones anteriores, la ASI se mostró especialmente activa: treinta y un candidatos representaron a la organización en los municipios de los departamentos del Cauca (nueve candidatos); Chocó (seis); Tolima (cuatro); Antioquia, Caldas, Cundinamarca y Vichada (dos); Bogotá, Caquetá, Guainía y Vaupés (uno). En su conjunto, el número de candidatos de la ASI a las alcaldías fue casi el mismo que en 1994 -veintiséis en dicho año-. Sin embargo, la estrategia de la organización obedeció a dos criterios, relativos, sobre todo, a la selección de los candidatos. Por un lado, el sector representado principalmente por Cauca y Tolima se opuso a la distribución indiscriminada y excesiva de avales, a partir de las “lecciones” aprendidas del periodo 1994-19978. Como consecuencia, la ASI entró a competir para ciertas alcaldías del Tolima -en 1994 estuvo ausente en ese departamento- pero el número de sus candidatos disminuyó en Cauca. Por el contrario, en la zona Antioquia-Chocó sus dirigentes fueron más favorables a la idea de buscar votos “en donde sea” -básicamente en esos dos departamentos pero también alrededor de las grandes ciudades e, incluso, hasta en la zona selva-llano- con el objetivo de multiplicar las oportunidades de acceder a las corporaciones públicas y de asegurar la llegada de Francisco Rojas Birry, al Senado -candidato “oficial” de este sector-.
TABLA 16. CANDIDATOS Y ELEGIDOS DE AICO, ASI Y MIC (ALCALDÍAS, 1997)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1998.
54Por su parte, las organizaciones Aico y MIC también estuvieron presentes. En cuanto al Movimiento de Autoridades, así como para las elecciones anteriores, contó con diez candidaturas, concentradas principalmente en los departamentos de Nariño -con seis aspirantes en 1997 en vez de sólo dos en 1994-; Cauca -dos candidatos, o sea uno menos que en 1994-; y Putumayo -un candidato-. La organización estuvo presente también en Antioquia, con un candidato para la capital del departamento. Por último, el MIC propuso nueve candidatos, cuatro más que en 1994: tres de ellos en Caquetá, Putumayo y Santander, departamentos ya “conocidos” por la organización; los demás en “nuevas regiones” -Amazonas, Meta, Quindío, Risaralda, Sucre y Vichada-9.
55Por medio de estos candidatos, las organizaciones indígenas obtuvieron un número significativo de votos en algunos departamentos en los que la población indígena es numerosa o mayoritaria. De tal manera, la ASI motivó la votación de cerca de una tercera parte del electorado en los departamentos de Vaupés y Guainía; cerca de 9% de los votos en Chocó; 6,54% en Cauca; 7,95% en Vichada; y 4,37% en Caquetá. Aunque en menor medida, Aico y el MIC sacaron resultados prometedores: en el departamento de Nariño para Aico, en Amazonas y Vichada para el MIC (véase el mapa 5).
56En términos de resultados finales, catorce de estos candidatos fueron elegidos como alcaldes -seis más que en las elecciones anteriores (véase la tabla 16)-. La ASI -que en 1994 había ganado siete alcaldías en municipios del Cauca y una en el Chocó- en 1997 poco modificó su presencia en el país. En total, ocho candidatos salieron elegidos: tres en el Cauca -cuatro menos que en 1994 (Ornar Ulcué, en Caldono; Ricardo Gembuel, en Jámbalo; Ezequiel Vitonas, en Toribío) y tres en el Chocó (Misael Soto Córdoba, en Alto Baudó; Manuel Mena, en Jurado; Homero Ariel Hinestroza, en Nuquí). De manera general, estos resultados sólo traducirían, parcialmente, los efectos esperados a partir de las estrategias aplicadas por los dos principales sectores de la organización. Ni la selección más estricta de los candidatos en los departamentos de Cauca y Tolima, ni la fuerte movilización fomentada por el sector Antioquia-Chocó se concretaron necesariamente en resultados suficientemente altos para asegurar la elección de sus representantes. En general, fuera del Chocó, el número de elegidos de dicha organización fue relativamente limitado.
MAPA 5. VOTO A FAVOR DE LAS ORGANIZACIONES AICO, ASI Y MIC (ELECCIONES DE 1997)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1998.
57Sin embargo, el avance de la presencia indígena en la escena municipal fue mucho más evidente para el MIC y, sobre todo, para Aico (véase la tabla 16). En efecto, ausentes de las alcaldías del país después de las elecciones anteriores, en 1997 estas organizaciones ganaron en varios municipios. Así, Pedro Valencia salió elegido en nombre del MIC en el municipio de Solano, departamento de Caquetá. Por su parte, el Movimiento de Autoridades alcanzó resultados altos en cinco municipios. Entre otras, la elección del guambiano Alvaro Morales Tombe al primer cargo municipal de Silvia (Cauca) fue una de las más simbólicas y significativas. Después de veinticinco años de lucha, marcó una victoria más de Aico frente a los terratenientes locales, hostiles al movimiento indígena.
58Además del Cauca, Nariño fue favorecido también por el paso abierto por el Movimiento de Autoridades en las alcaldías del país: Julio Vicente Cuaran fue elegido en el municipio de Córdoba; Manuel Bitervo Palchucan, en Cuaspud; José Leonidas Valenzuela, en Cumbal; y Germán Berardo Carlosama, en Mallama10.
Concejos municipales
59La amplitud de la participación de las organizaciones indígenas en los preparativos electorales para las alcaldías estuvo acompañada de esfuerzos paralelos realizados con la perspectiva de acceder a los concejos municipales, en manos todavía de “enemigos políticos", o de permitir la reelección en los municipios conquistados anteriormente. Una vez más, la cantidad de listas propuestas por las organizaciones Aico, ASI y MIC se incrementó considerablemente: doscientos cuarenta y siete en 1994, cuatrocientos doce en 1997. Por el contrario, el número de elegidos bajó un poco: de ciento setenta en 1994 a ciento sesenta y cuatro en 1997 (véase la tabla 17).
TABLA 17. CANDIDATOS Y ELEGIDOS DE AICO, ASI Y MIC (CONCEJOS MUNICIPALES, 1997)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1998.
60La ASI ganó, de nuevo, el “primer puesto” en cuanto al total de listas presentadas y candidatos elegidos: doscientos sesenta y dos candidatos, entre los cuales ciento dos fueron elegidos. En esta oportunidad, sin embargo, la relación resultados esperados/resultados obtenidos no fue tan favorable a la organización como en 1994. Mientras el número de candidatos propuestos creció considerablemente entre las dos elecciones, el número de elegidos de la ASI bajó -fueron ciento veintiocho en 1994-.
61Lejos de dicha fuerza, el MIC y Aico también se movilizaron fuertemente: noventa y una listas fueron presentadas por el MIC -cuarenta y nueve en 1994-; cincuenta y nueve, por el movimiento Aico -veintisiete en 1994-. A pesar de ello, el número de elegidos por estas opciones políticas tampoco fue proporcional a la cantidad de listas: el MIC sólo alcanzó la elección de veintisiete de sus candidatos -ocho más que durante las elecciones anteriores-, detrás de Aico, que ganó treinta y cinco cumies en los concejos municipales del país -veintitrés en 1994-.
62Así como en las elecciones anteriores, la mayor parte de las listas propuestas por las organizaciones indígenas se concentró en algunos departamentos del país: sobre todo Cauca (noventa y cuatro listas), Nariño (cuarenta y siete), Antioquia (cuarenta y cinco), Chocó (treinta y tres) y Tolima (treinta y siete); pero también Meta (diecisiete), Putumayo (dieciséis), Cundinamarca (catorce), La Guajira (once), Santander (diez), Caquetá (diez), Caldas (nueve), Vaupés (once) y Córdoba (ocho). Por último, se presentaron algunas listas más en otras partes del país: Sucre (seis), Risaralda (cinco), Valle (cinco), Quindío (cuatro), Guainía (cuatro), Bogotá (cuatro), Amazonas (tres), Magdalena (tres), Huila (dos), Atlántico (una) y Norte de Santander (una). Así mismo, cincuenta candidatos fueron elegidos en el departamento del Cauca; veintiocho en Nariño; diecinueve en el Chocó; quince en Antioquia; once en Tolima. Y aunque fueron menos impresionantes, también hubo resultados relativamente buenos en los departamentos de La Guajira (siete elegidos); Santander (cinco); Cundinamarca, Meta y Putumayo (cuatro ); Sucre (tres); Córdoba, Guainía y Risaralda (dos); y Vaupés (uno) (véanse la tabla 17 y el mapa 5).
Asambleas departamentales
63Al igual que para las alcaldías y los concejos municipales, la cantidad de listas propuestas por las organizaciones indígenas con miras a la elección de las asambleas departamentales aumentó notablemente entre 1994 (veintinueve listas) y 1997 (setenta y dos) (véase la tabla 18). En esta ocasión, también, la ASI fue la organización indígena que más listas presentó: cuarenta, repartidas en los departamentos de Antioquia (una), Caldas (una), Caquetá (dos), Cauca (tres), Chocó (tres), Guainía (nueve), La Guajira (una), Meta (una), Putumayo (una), Tolima (una), Vaupés (diez) y Vichada (siete) (véase la tabla 18). Esta fuerte movilización de la ASI, entre otros en los departamentos de la zona selva-llano, podría explicarse, principalmente, por la estrategia de expansión de la organización señalada en las páginas anteriores. Por su lado, el MIC lideró veintiséis listas: en los departamentos de Vichada (seis), Amazonas (cinco), Vaupés (cuatro), Caquetá (una), Córdoba (una), Cundinamarca (una), Guainía (tres), La Guajira (una), Magdalena (una), Meta (una), Putumayo (una) y Valle (una) (véase la tabla 18). De tal manera, el MIC demostró cierta “fidelidad” en cuanto a sus “regiones de predilección” -alrededor de las grandes ciudades y en los departamentos de las tierras bajas-. Finalmente, seis listas fueron inscritas en nombre de Aico: en el Cauca (dos), Antioquia (una), Meta (una) Nariño (una) y Putumayo (una) (véase la tabla 18). En cuanto a Aico, como el MIC, concentró su presencia en los departamentos en donde se encuentran sus principales bases regionales, además de su llegada al Meta, en donde estaba ausente.
TABLA 18. CANDIDATOS Y ELEGIDOS DE AICO, ASI Y MIC (ASAMBLES DEPARTAMENTALES , 1997)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1998.
64De nuevo, el número de elegidos que accederán a las asambleas departamentales en nombre de las organizaciones indígenas del país disminuyó un poco si se compara con los resultados obtenidos en las elecciones anteriores: once elegidos en 1994, diez en 1997. De estos diez, seis llegaron a sus puestos con el aval de la ASI: dos de ellos en el Chocó -uno más que en 1994-, y los demás en los departamentos de Antioquia -en donde la candidata de la organización fue reelegida-, Cauca -en donde se perdió una curul-, Tolima y Vaupés -en donde la ASI hasta entonces no estaba representada en la asamblea departamental-. Por su parte, el MIC obtuvo tres cumies: dos en Vaupés -resultado desconocido en este departamento- y una, por segunda vez, en Amazonas. Por último, a partir de 1997 se contará con una diputada -Dioselina Bailarín-en representación de Aico en la asamblea departamental de Antioquia, lo que también fue un fenómeno nuevo (véanse la tabla 18 y el mapa 5).
Gobernaciones
65Además de confirmar la presencia de diputados en nombre de las organizaciones indígenas en varias asambleas departamentales, las elecciones de octubre de 1997 generaron una movilización significativa por parte de la ASI y del MIC con el objetivo de ganar las gobernaciones en varios departamentos del país. Después de un primer intento en 1991, que fracasó, en 1994 las organizaciones indígenas decidieron apartarse de la disputa electoral para llegar a este cargo. En 1997, sin embargo, cuatro listas indígenas fueron presentadas para este fin en tres departamentos: la ASI representó la opción electoral indígena en Guainía, Vaupés y Vichada; y en este último departamento se presentó también una lista a nombre del MIC (véase la tabla 19). Al igual que para alcaldías y concejos municipales, la presencia de la ASI en las tierras bajas respondería de nuevo, sobre todo, a la estrategia de extensión implementada por el sector Antioquia-Chocó, señalada antes.
66En respuesta, en las elecciones de 1997 fue posible la elección de un gobernador de departamento respaldado por el aval de una organización política indígena. Con 1.283 votos, Arnaldo José Rojas Tomedes fue elegido en representación de la ASI en el Guainía. No obstante, meses después fue tachado de haberse aislado tanto de dicha organización como de las comunidades indígenas del departamento. Descrédito que, además, estuvo acompañado de su arresto, por ¡enriquecimiento ilícito!11.
TABLA 19. CANDIDATOS Y ELEGIDOS DE AICO, ASI Y MIC (GOBERNACIONES, 1998)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1998.
CONGRESO DE 1998: PARA NUEVOS SENADORES, NUEVAS DIVISIONES
67Pocos meses después de las elecciones municipales y departamentales de octubre de 1997 hubo elecciones parlamentarias, en marzo del año siguiente. Una vez más, fueron muchas las listas presentadas por parte de las organizaciones indígenas, tanto para Senado como para Cámara de Representantes.
68Con el fin de acceder al Senado, los candidatos indígenas propusieron sus nombres. Dos de ellos encabezaron listas en representación de la ASI: Francisco Rojas Birry y Jesús Enrique Piñacué. Una vez más, Gabriel Muyuy fue el candidato del MIC. En cuanto al movimiento Aico, estuvo representado por un joven líder, Martín Tenganá. Además de estos candidatos salidos de las organizaciones políticas indígenas nacionales, dos “independientes” participaron en el “juego electoral” para defender la “misma causa”, respaldados, sin embargo, con el aval de movimientos “apadrinados” por los partidos tradicionales: la wayuu Remedios Fajardo, quien fue candidata también en las elecciones parlamentarias de 1991 y 1994 y se presentó por un llamado Movimiento Ciudadano -respaldado por el Partido Liberal-; y Benjamín Jacanamijoy, un líder ingano candidato en nombre de la Nueva Fuerza Democrática, en representación de la cual Andrés Pastrana accedió al poder12.
69En general, las organizaciones Aico, ASI y MIC y sus candidatos siguieron distintas tácticas. Conciente de su “pérdida de prestigio”, el MIC propuso un solo candidato, ya conocido por el electorado: Gabriel Muyuy, fundador y senador del movimiento durante dos mandatos consecutivos. Por el contrario, el movimiento Aico buscó “innovar”: su candidato fue una figura desconocida entonces por la ciudadanía en general; por primera vez no se trató de un miembro de la comunidad guambiana del Cauca, sino de un representante de los pastos de Nariño. Por último, viéndose fortalecida por sus resultados promete dores en las elecciones municipales y departamentales, la ASI se arriesgó de nuevo con una doble candidatura: en esta oportunidad, sin embargo, sus candidatos debieron seguir caminos paralelos para evitar toda competencia desleal13.
70Como fruto de estas expectativas, después de las elecciones de 1998 el Senado contó con la presencia de un líder indígena más que en 1994. En efecto, tres de los candidatos propuestos fueron elegidos: Martín Tenganá (con 18.2.24 votos), Francisco Rojas Birry (29.231) y Jesús Enrique Piñacué (66.2.79) (véanse las tablas 20 y 20a).
71En términos generales, así como en 1994, los candidatos al Senado obtuvieron la mayoría de los votos en sus regiones de origen -o en las principales zonas de influencias de las organizaciones a las cuales pertenecen- y en las grandes ciudades. Así, Martín Tenganá sacó 9.555 votos en Nariño -de donde es oriundo-, 2.906 votos en Bogotá, 1.851 en Antioquia y 705 en el Cauca -obtenidos sobre todo en la comunidad guambiana—. Francisco Rojas Birry reunió 4.983 votos en Chocó y 4.527 en Antioquia -departamentos en donde se concentran sus actividades y contactos con las comunidades indígenas-. Además, tuvo 5.695 votos en Bogotá y 1.276 en el departamento del Valle. Así mismo, alcanzó resultados relativamente importantes en algunos departamentos de las tierras bajas: 1.773 votos en La Guajira, 1.403 en Guainía, 1.218 en Sucre y 1.166 en Vaupés. Por su lado, Jesús Enrique Piñacué fue respaldado de manera significativa en los departamentos “fuertes” de la ASI: Cauca (16.094 votos) y Tolima (3.069). Paralelamente, también superó un récord en cuanto a “voto de opinión”: en el departamento del Valle (21.285 votos), en Bogotá (11.071), Antioquia (5.582), Cundinamarca (1.341) y Santander (1.177).
72Lo mismo ocurrió con los candidatos al Senado que no salieron elegidos. Gabriel Muyuy -quién contó con 17.373 sufragios a su favor (véanse las tablas 20 y 20a)- alcanzó 3.893 votos en su departamento de origen (Putumayo) y 1.083 en el Vichada -otro departamento clave para el MIC-. Consiguió 2.581 votos en la capital, 1.481 en Risaralda, 1.170 en Antioquia y 1.150 en Caldas. Oriundo del Putumayo también, Benjamín Jacanamijoy obtuvo pocos votos (296) en ese departamento, pero recibió mayor respaldo por parte del electorado de Bogotá (4.214 votos), Antioquia (2.800), Valle (1.356) y Cundinamarca (1.098). Este candidato totalizó 16.692 votos. Para terminar, 1.175 de los 2.641 votos obtenidos por Remedios Fajardo fueron alcanzados en La Guajira, su departamento de origen.
TABLA 20. VOTO EN FAVOR DE LOS CANTIDATOS DE AICO, ASI Y MIC (SENADO, 1998)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1998.
TABLA 20ª VOTO A FAVOR ORGANIZACIONES AICO, ASI Y MIC (SENADO, 1998)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1998.
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73Al igual que para las otras corporaciones públicas, el número de candidatos propuestos por las organizaciones Aico, ASI y MIC se incrementó fuertemente en el momento de la elección de la Cámara de Representantes de 1998. En total, catorce candidatos aspiraron al segundo órgano del Congreso (véase la tabla 2.1) -mientras que fueron sólo cinco en 1994-. Ocho de ellos en representación de la ASI: Sonia Vásquez en Antioquia -quien se presentó por medio de una coalición con la Corriente de Renovación Socialista, la Alianza Democrática M-19, la Unión Patriótica y una organización de mujeres, Mujeres 2.00c—; el ex senador Anatolio Quirá en el departamento del Cauca; Pedro Córdoba en nombre de una coalición con el Partido Liberal en Chocó; Jhony Aparicio en Guainía; Eudoro Álvarez en Meta -por una coalición con los llamados Movimiento Ciudadano Independiente y Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (Moir)-; Carlos Alberto Villegas en el Valle; Leonardo Caicedo en Vaupés; y Hernando Sánchez en Vichada.
74Al lado de estos voceros de la ASI, otros seis candidatos de las fuerzas indígenas participaron en las elecciones para Cámara de Representantes. Tres de ellos se presentaron en representación del movimiento Aico: Antonio José Bailarín en Antioquia; Julio Roberto Galvis en Bogotá; y Cristóbal Cuastumal en Nariño. Los demás se inscribieron con el aval del MIC: Víctor Jacanamijoy, ex vicepresidente de la Onic y por mucho tiempo “acólito” de Gabriel Muyuy en Bogotá; el maestro bilingüe Simón Valencia en el departamento de Vaupés; y el ex diputado Marcelino Sosa en Vichada.
TABLA 21. VOTO A FAVOR DE LOS CANDIDATOS DE LAS ORGANIZACIONES AICO, ASI Y MIC (CÁMARA DE REPRESENTANTES, 1998)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1998.
75Esta vez el número de elegidos fue más proporcional al número de aspirantes; en consecuencia, en 1998 se contará de nuevo con líderes del movimiento indígena en la Cámara: Jhony Aparicio Ramírez y Leonardo Caicedo Portura, ambos elegidos en nombre de la ASI por los departamentos de Guainía y Vaupés, con 1.683 y 1.420 votos, respectivamente (véase la tabla 22.).
TABLA 22. VOTO A FAVOR DE LAS ORGANIZACIONES AICO, ASI Y MIC (CÁMARA DE REPRESENTANTES, 1998)

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 1998.
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76Fuertemente disputada por los representantes de las organizaciones Aico, ASI y MIC y por algunos outsiders, la batalla electoral por el Congreso contribuyó a modificar el “perfil indígena” dentro del órgano de representación nacional. En efecto, situaciones, figuras y perspectivas nuevas acompañaron los resultados de estas elecciones. Por una parte, el número de líderes del movimiento indio presentes en el recinto del Congreso aumentó: después de los comicios de 1998 llegaron allí tres senadores y dos representantes indígenas. Por otra, la misma naturaleza de la participación indígena dentro del Congreso cambió, por una mezcla desconocida de organizaciones y personalidades. Primero, Gabriel Muyuy y el MIC desaparecieron del recinto del Senado. Para esta organización, el fracaso electoral de su candidato trajo muchas consecuencias, significando la pérdida de su personería jurídica y, por tanto, el fin de su existencia como movimiento político. Por su lado, así como Gabriel Muyuy, el ex constituyente Lorenzo Muelas también tuvo que dejar su puesto. Sin embargo, en este caso no hubo sorpresa: varios meses antes de las elecciones ya se había decidido que no volvería a presentarse como candidato. En contraparte, las comunidades y los dirigentes de Aico habían encontrado su sucesor en la persona de Martín Tenganá. Obviamente, nada podía asegurar entonces que, en pocos meses de campaña electoral, este lograría reunir un número suficiente de votos para hacerle competencia a los demás participantes de la circunscripción especial indígena y -sobre todo- para alcanzar los fines propuestos. Pero, por medio de este “primíparo”, el Movimiento de Autoridades confirmó su presencia en el Congreso. En cuanto a la ASI, ganó su “apuesta”. Por fin funcionó el acuerdo previsto entre los distintos sectores de la organización con el objetivo de hacer posible una doble candidatura sin perjudicar a ninguno de sus aspirantes: en respuesta, se alcanzaron dos curules en el Senado y dos más en la Cámara.
77A este nuevo aspecto del Congreso hay que agregarle otro elemento, desconocido y significativo: la presencia de un representante indígena entre los veinte primeros elegidos en el país. Tal resultado, que fue posible por medio del doble respaldo del voto indígena y del voto de opinión, podría explicarse por una “combinación ideal”: combinación de una opción política que además de defender el respeto por las reivindicaciones de las comunidades indígenas propuso también un trabajo de orden nacional que afectaba a numerosos y diversos sectores de la sociedad colombiana -la ASI- y un candidato -Jesús Enrique Piñacué- dotado de una trayectoria sólida en el movimiento indígena, claramente identificado por la opinión pública, cuyo ¡físico agradable motivaría, además, cierta simpatía entre el electorado, en especial por parte de las mujeres!, y que se benefició del respaldo de numerosos electores opuestos a los modos tradicionales de hacer política -entre ellos intelectuales, artistas y otros alternativos-. La estrategia electoral escogida por este aspirante al Senado también parece haber funcionado. Con el objetivo de tocar un electorado compuesto no sólo por las comunidades indígenas de los departamentos de Cauca y Tolima -su principal “sector de influencia” dentro de la ASI-, Piñacué adelantó su campaña con el respaldo del candidato a la gobernación en el departamento del Valle -Gustavo Álvarez Gardeazábal- y de la llamada Franja Amarilla, movimiento creado por este último. A raíz de esta coalición, Jesús Piñacué se convirtió en asesor de campaña del ex alcalde independiente del municipio de Tuluá (Valle). A cambio, se benefició del apoyo oficial de dicho candidato, el cual, en octubre de 1997, fue elegido gobernador.
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78Sin embargo, el éxito y la alegría no duraron mucho, por lo menos para dos de los senadores indígenas elegidos en 1998. Entre ellos, Martín Tenganá fue el primero que debió confrontar problemas inesperados. A pocas semanas de su victoria electoral, uno de sus colegas -y rival- en el seno del movimiento indígena lo demandó ante la justicia, cuestionando así su futuro como senador. Paralelamente, una segunda controversia, de amplitud nacional, afectará el movimiento indio. Esta vez fue en contra -o a favor- de Jesús Enrique Piñacué que precipitadamente se levantaron vientos y mareas. Y de nuevo, así como en 1994, las elecciones presidenciales cumplieron el papel de un detonador para que, en la ASI, se diera una pelea sin precedentes (véase el Capítulo 10).
Notes de bas de page
1 Los datos mencionados en este capítulo provienen de la Registraduría Nacional del Estado Civil: han sido recolectados directamente en esa entidad, consultados en sus publicaciones y CD-rom o calculados a partir de esas mismas fuentes. Para el estudio se tuvieron en cuenta los datos electorales en términos de votos, sin considerar el fenómeno de la abstención, que podría ser objeto de otra investigación.
Es importante anotar que, hasta la reforma política de 2003 (véase el Epílogo), la repartición de las cumies entre las listas en competición se hacía con base en el cuociente -cifra obtenida a partir de la división del total de votos válidos por el número de puestos-: una curul se ganaba cada vez que se alcanzaba en el conteo de votos la cifra equivalente al cuociente preestablecido. Las curules que, a raíz de estos cálculos, no podían atribuirse -por no llegar a esta cifra del cuociente- se asignaban en función de la cantidad de votos restantes -el llamado “residuo”— por orden decreciente.
2 Entre estas organizaciones pueden señalarse las cristianas así como numerosas fuerzas sociopolíticas, independientes o nuevas, calificadas con el término otras por la Registraduría Nacional del Estado Civil.
3 Al lado de estas listas de las organizaciones Aico, ASI y MIC, deben anotarse tres candidaturas indígenas más, pero con el aval del Partido Liberal: las de Andrés Agreda Chicunque, Bonifacio Chicunque y Remedios Fajardo.
4 Sobre el perfil y la trayectoria de Gabriel Muyuy, Jesús Enrique Piñacué, Anatolio Quirá, Floro Alberto Tunubalá, José Narciso Jamioy, Juan Pablo Castillo y Hernando Sánchez, véase el Capítulo 7.
5 Es pertinente destacar que la ASI, sin embargo, tuvo una representación, indirecta, en la Cámara de Representantes en la persona de Zulia Mena, una líder afrocolombiana elegida en el marco de la circunscripción especial de comunidades negras con el aval de la organización indígena ¡Cooperación Interétnica! que, según los dirigentes de la ASI, se limitó a esta etapa de las elecciones.
6 Sobre este punto, véase asi, “La candidatura a la vicepresidencia de Jesús Enrique Piñacué”, mimeo, s.l., s.f. d; entrevista con Rodrigo Bocanegra Martínez, miembro de la asi (Bogotá, 25.05.95).
7 En el Capítulo 7 podrá observarse, a título de ejemplo, el recorrido de algunos de estos elegidos.
8 Véase al respecto el estudio del caso del Cauca, en el Capítulo 9, en especial la problemática planteada por la heterogeneidad y la “falta de compromiso” de algunos de los candidatos elegidos con el aval de la ASI después de las elecciones de 1994.
9 De hecho, en la mayoría de los casos se trata de regiones dentro de las cuales el MIC ya estaba presente -en los concejos municipales o las asambleas departamentales- pero en donde hasta ese entonces no había competido en cuanto a alcaldías. Semejante cambio en el caso del Vichada puede explicarse, entre otros elementos, por la creación de un nuevo municipio -Cumaribo-, lo que motivaría aspiraciones electorales desconocidas. Al respecto, véase el estudio del caso del Vichada en el Capítulo 10.
10 No obstante, puede anotarse que, como efecto de la intrusión de los actores armados en el proceso electoral de 1997, este último candidato llegó a la alcaldía con sólo cuatro votos, ¡lo que, por supuesto, puede llevar a cuestionar su legitimidad!
11 Para la asi fue especialmente difícil encontrar un sucesor al gobernador destituido. El primer suplente -Eduardo Sánchez, representante del “sector campesino” del Guainía- fue encarcelado también, por “malos tratos”, a las pocas semanas de su posesión. El segundo -Rodrigo Bocanegra, “mandado” por la organización al Guainía, desde Bogotá- tuvo que dejar su cargo después de dos meses, por la existencia de numerosas presiones ejercidas en contra de él en el plano personal y por el rechazo generalizado de la clase política regional (entrevista con Dumer Ortega, presidente de la asi, Popayán, 22.09.00).
12 Sobre las trayectorias personales de Remedios Fajardo y Benjamín Jacanamijoy, véase el Capítulo 7.
13 Como se señaló, en 1994 la candidatura de los dos candidatos de la ASI al Senado -Jesús Enrique Piñacué y Francisco Rojas Birry- resultó un doble fracaso.
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