Glaciares, cambio climático y desastres naturales
|Capítulo 6. La narrativa de la desaparición de las torres de agua
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- 1 Sobre las relaciones entre el glaciar y el agua en la Cordillera Blanca y el río Santa, véanse Brad (...)
1Los glaciares se han convertido en un ícono del calentamiento global, en parte porque son torres de agua en proceso de desaparición. Al desaparecer el hielo, también lo hace el suministro de agua. Desde los Andes hasta los Alpes, desde el Himalaya hasta las montañas Rocallosas, los glaciares almacenan el agua que las sociedades consumen. Lo más importante es que los glaciares regulan el flujo de agua a lo largo del año. En el Perú, los ríos no alimentados por glaciares frecuentemente se secan al terminar la temporada lluviosa. Durante la época de estiaje (de mayo a septiembre), el río Santa mantiene un nivel más alto que aquellos otros ríos del país que no tienen a la nevada Cordillera Blanca como fuente de agua. La pérdida completa de glaciares probablemente afecte no solo a los peruanos, sino también a millones de personas en todo el mundo que usan el agua de los glaciares de las montañas. A primera vista, el tema de los glaciares en proceso de derretimiento y el agua en desaparición parece ser sencillo: los glaciares son casi la única fuente de agua y contribuyen con un alto porcentaje de agua al río Santa durante la temporada seca en la cuenca del Pacífico de la Cordillera Blanca, desde el Callejón de Huaylas hasta Chimbote1.
2El discurso sobre la desaparición de las torres de agua, sin embargo, no es tan sencillo. En primer lugar, la pérdida del volumen glaciar no es necesariamente un fenómeno objetivo, atemporal o inherentemente negativo. Los glaciares están en constante movimiento, deslizándose sobre el lecho de roca en el que descansan y cambiando de tamaño como resultado de las condiciones geomorfológicas y climáticas. Hoy en día la gente tiende a lamentar la pérdida de los glaciares, pero anteriormente muchos se preocupaban de lo contrario. Desde el siglo XV hasta el siglo XIX, la mayoría de europeos temía el crecimiento de los glaciares que periódicamente irrumpían en sus comunidades, cubrían sus pastizales y graneros, destruían cosechas o generaban aluviones (Fagan, 2000: cap. 7; Grove, 1987; Le Roy Ladurie, 1971). Los suizos de inicios del siglo XIX habrían aceptado gratamente el derretimiento de los glaciares como una protección a sí mismos, sus alimentos y su propiedad. El lamento actual por el hielo perdido lleva a preguntarnos respecto a quién sufre más por ello, de quién es el agua que desaparece, quién administra el agua glaciar y quién tiene la autoridad política para acceder a ella cuando los suministros de agua se reduzcan con el probable calentamiento global del futuro (Carey, 2007; Orlove et al., 2008: 3-19). En otras palabras, la dinámica del poder y temas sociales subyacen a la historia científica del efecto que la desaparición de los glaciares tiene sobre el agua.
3Muchas narrativas que damos por ciertas tienen insertas en ellas dimensiones de poder que otorgan a algunos grupos la potestad de manejar paisajes y recursos. Los discursos sobre la deforestación del Amazonas y el manejo de tierras en África, por ejemplo, les han dado poder a imperios, Estados o clases dominantes. Dichas narrativas muchas veces señalan a los agricultores de subsistencia o ganaderos a pequeña escala como los culpables de la degradación medioambiental, lo cual implica que los Estados y expertos deberían manejar los recursos naturales y no la gente local (Cronon, 1992; Martinez-Alier, 1991; Slater, 2003; Fairhead & Leach, 1996; Davis, 2007). En pocos casos —tales como los recolectores de jebe en Brasil o los indígenas en pie de lucha contra las compañías petroleras en Ecuador—, los grupos locales han asimilado el discurso ambientalista internacional para buscar sus propios objetivos de derechos laborales y de tierras (Keck, 1995; Sabin, 1998). En todos los casos, las relaciones sociales y desequilibrios de poder moldean historias sobre el medio ambiente, afectando a la vez las políticas de manejo de recursos.
4La narrativa glaciar que presenta el hielo como torres de agua en proceso de desaparición también ha asimilado las presunciones en torno a quién tiene derecho al hielo y cómo deberían ser manejados los glaciares. Esta narrativa podría haber tomado un giro distinto. Consideremos algunas preguntas contrafactuales. ¿Cómo se habría desarrollado la ciencia glaciar y el discurso subsecuente en torno al deshielo de la Cordillera Blanca si el Cañón del Pato no hubiera existido, si el gobierno nunca hubiera formado la Corporación del Santa, si el río Santa fluyera suavemente a la Costa sin opción de generación hidroeléctrica, o si el clima y la geografía pusieran a los glaciares en la pendiente oriental de los Andes, en el lado opuesto a Lima? ¿Acaso no se habrían desarrollado de manera diferente y con otros actores sociales los programas de prevención de desastres, ciencia glaciar y discursos nacionales sobre el hielo de los Andes? Definitivamente. La industria energética moldeó la ciencia glaciar y tuvo un papel vital al momento de construir narrativas en que los glaciares aparecían como torres de agua en proceso de desaparición. Las compañías eléctricas estatales concibieron, financiaron y realizaron muchos de los estudios glaciares llevados a cabo por peruanos y no investigadores internacionales que estudiaban las dinámicas entre los glaciares y el agua. La Corporación del Santa, Electroperú e Hidrandina ejecutaron proyectos de prevención de desastres en la Cordillera Blanca, pero simultáneamente realizaron proyectos de recursos hidrológicos. La Comisión de Lagunas inició todo esto durante la década de 1950. Sin embargo, en la década de 1960 esta hegemonía hidroeléctrica no estaba aún tan consolidada como lo estuvo para fines de la década de 1980. La narrativa de los « glaciares como torres de agua en proceso de desaparición » contribuyó a la transformación de los glaciares, de amenaza natural a recurso natural. Analizar la ciencia glaciar y el discurso de las décadas de 1960 a 1980 nos muestra una fascinante historia de la relación entre el discurso ambiental y la administración.
1. La lucha por el derecho de representar los glaciares
5El desastre de Ranrahirca de 1962 llevó a preguntarnos si este fue una avalancha aislada o si marcaba el inicio de una tendencia. Dos alpinistas estadounidenses, David Bernays y Charles Sawyer, sostuvieron que podría ser una tendencia y señalaron que otra catástrofe, del glaciar 511, podría devastar nuevamente el Callejón de Huaylas. Bernays, un alpinista entusiasta con gran experiencia a nivel mundial, era un ingeniero electrónico de Florida. Sawyer realizaba estudios de posgrado en Geofísica en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Ambos escalaron numerosos picos de la Cordillera Blanca a mediados de 1962, realizando el primer ascenso al Nevado Tullparaju, ubicado sobre la peligrosa laguna glaciar que estaba siendo drenada por los ingenieros (Bernays, 1963). Los alpinistas también pasaron varias semanas en el Nevado Huascarán. Tras culminar dicha excursión, advirtieron a las autoridades del Callejón de Huaylas que otra avalancha aun más grande que la del desastre de Ranrahirca podría ocurrir. Esto debido a que el lecho de roca bajo el glaciar 511 estaba suelto. El 27 de septiembre de 1962, el periódico local El Expreso exageró sus conclusiones con el titular « Dantesca Avalancha Amenaza Yungay ». Los periódicos regionales hicieron circular la noticia y esta se diseminó por todo el Callejón de Huaylas. Los « montañistas y científicos », como fueron descritos por El Expreso, hicieron una dramática revelación:
Un gigantesco alud, o sea, tres veces ma [y] or que el de Ranrahirca, amenaza desprenderse, poniendo en peligro a las ciudades de Yungay, Mancos y el lugar donde se pretende reedificar la nueva población de la devastada Ranrahirca.
6La noticia concluía:
- 2 « Jornadas libradas por los montañistas norteamericanos », 1962: 2; Guzmán Tapia (2002).
Se espera que las autoridades dicten medidas preventivas en guarda de las vidas de florecientes poblaciones del Callejón de Huaylas2.
- 3 Cap. Jefe Político y Militar de la Plaza, « Comunicado al pueblo de Yungay », 1962: 2.
7Pero en lugar de responder a los ruegos de los diarios y realizar estudios o tomar medidas, los líderes regionales se esforzaron por silenciar a los estadounidenses y frenar la diseminación de sus conclusiones. Las autoridades en Yungay, por ejemplo, emitieron una advertencia a quienes circularan los hallazgos de los estadounidenses: « Retornar a sus hogares con la fe puesta en Dios », rezaba el comunicado oficial. Este proseguía anunciando que cualquiera que defendiera las conclusiones de los estadounidenses sería acusado bajo el Código Penal Vigente por perturbar « la tranquilidad pública»3. El prefecto de Áncash pidió a Miguel Elías Pizarro, director de la Comisión de Lagunas, que proveyera un análisis « experto ». La declaración de Elías Pizarro a inicios del mes de octubre — que aparentemente no estuvo basado en estudio científico alguno— tildó las aseveraciones de los alpinistas estadounidenses de peregrinas, apresuradas y desinformadas. Tal como escribió en un periódico de Huaraz:
Cualquier alud de hielo procedente del Huascarán solo afectaría la zona arrasada de la quebrada de Ranrahirca, sin afectar las indicadas poblaciones [de Yungay y Mancos].
8Elías Pizarro criticó ásperamente a Bernays y Sawyer, escribiendo:
Esta oficina deplora una vez más que falsas informaciones sean difundidas sin antes obtener pruebas de fuentes dignas de todo crédito, creando zozobro y la intranquilidad sin razón alguna de poblaciones que no están amenazadas (Elías Pizarro, 1962d: 3).
- 4 Entrevistas realizadas por el autor (Huaraz, 2003-2004).
9Los habitantes de Huaraz después recordaron que las autoridades incluso dijeron que encarcelarían a Bernays y Sawyer si no se retractaban de sus advertencias iniciales4. Irónicamente, Bernays y Sawyer tenían razón: el alud que predecían devastó Yungay en 1970, mientras Elías Pizarro y la Comisión de Lagunas no realizaron estudios sobre los glaciares del Huascarán.
- 5 « Informe del montañista Norteamericano Ing. D. Bernays », 1962: 2.
10El 10 de octubre, dos semanas después de la noticia en El Expreso, David Bernays apareció en una reunión pública en Huaraz. Según El Departamento, manifestó que la cobertura por parte de los medios del Callejón de Huaylas era exagerada. Bernays aparentemente sí brindó advertencias, afirmando que « existen fuertes grietas que significan cierto peligro pero muy remoto, que no puede precisarse el tiempo que pudiera producirse el alud, porque bien puede ser dentro de decenas o centenas de años como puede ser más pronto ». El público también preguntó sobre los peligros de la laguna Tullparaju ubicada cuesta arriba de Huaraz, a lo cual Bernays respondió que « no existe peligro en Tullparaju ». Él fue testigo de las « magníficas obras que los ingenieros peruanos estaban llevando a cabo », con lo cual « una vez concluidas, asegurará la zona de Huaraz de posibles aluviones»5. Ese mismo mes, el Peruvian Times imprimió una breve nota en la que Bernays y Sawyer indicaban:
Es absolutamente imposible predecir cuándo ocurrirá o cuán grande será tal avalancha. No hay base para los ampliamente circulados reportes que indican que tal avalancha será inevitable o tres veces más grande que la anterior.
11No obstante, señalaron que la avalancha de Ranrahirca no redujo la amenaza de una futura avalancha ya que todavía quedaba gran cantidad de roca y hielo en el nevado. Asimismo, observaron que los pueblos en la ruta de la avalancha de 1962 seguían siendo vulnerables y que « quizá haya un peligro muy remoto para Yungay, puesto que una avalancha suficientemente grande podría rebasar el cerro al sudeste del pueblo ». Concluyeron aclarando que esto era « solo un informe preliminar » que se desprendía de datos mínimos (Bernays & Sawyer, 1962: 3; énfasis en el original).
12Los alpinistas tenían poco más que decir sobre el Huascarán. Bernays posteriormente escribió muchos artículos sobre sus expediciones en el Perú, incluyendo una crónica detallada de su escalada en el Tullparaju (Bernays, 1963). En ninguno se discute la situación en el Huascarán o cualquiera de sus interacciones con las autoridades de Yungay o Huaraz. ¿Habría sido la conmoción en torno a la advertencia de avalancha algo de tan poca importancia y de poco interés como para ignorarla, aun cuando describió sus ascensos con gran detalle? La falta de registros históricos de las reuniones públicas y las respuestas de las autoridades nos deja con un vacío crítico en cuanto al análisis del acontecimiento. Pero otra evidencia nos lleva a preguntas adicionales respecto a lo que estaba en juego con la ciencia glaciar a inicios de la década de 1960. Y más allá de los hallazgos de los alpinistas, no era responsabilidad suya el realizar más estudios sobre la estabilidad del Huascarán.
13Ninguna agencia estatal realizó una investigación sistemática del glaciar 511 o de los peligros de alguno de los 700 glaciares de la cordillera. La avalancha de 1962 fue un fenómeno nuevo en la Cordillera Blanca y habría sido razonable investigar la estabilidad de los glaciares, especialmente considerando las conclusiones de los alpinistas y los grandes éxitos en prevención de aluviones que el control de lagunas había tenido desde 1950. Sin embargo, a lo largo de la década de 1960, los peruanos expertos en glaciares no estudiaron la física de los glaciares, la estabilidad del lecho de roca o las relaciones entre lechos de roca y los glaciares. No podían imaginarse la catástrofe de 1970.
- 6 « Piden amplia investigación sobre trabajos ejecutados para la defensa de Huaraz », 1959: 6. Véanse (...)
14La indiferencia ante las observaciones de los alpinistas revela cómo los expertos en glaciares lucharon por defender su monopolio respecto a la investigación en la Cordillera Blanca y por preservar su derecho a « hablar por el hielo ». Cuando Elías Pizarro escribió que su oficina « deplora una vez más que falsas informaciones sean difundidas sin antes obtener pruebas de fuentes dignas de todo crédito », no solo se había contradicho a sí mismo —puesto que no obtuvo pruebas para negar el peligro—, sino que también dio pistas de su debilitado poder sobre los estudios e información glaciares. Los alpinistas generaron angustia pública e irrumpieron en su dominio. Las luchas por el control de la información de las lagunas glaciares habían empezado en 1941. En las secuelas de cada nuevo desastre o falsa alarma, los residentes locales insistieron en que el gobierno divulgara información sobre las lagunas y las amenazas. Pidieron una lista de las lagunas glaciares más peligrosas, información sobre el efecto de la lluvia sobre la estabilidad de las lagunas y detalles sobre los gastos del gobierno en proyectos de prevención de desastres de la Cordillera Blanca. Las respuestas por parte de los ingenieros estatales fueron diversas. En el caso de la laguna Parón en 1952 y después de las advertencias de los alpinistas en 1962 sobre el Huascarán, la Comisión de Lagunas ocultó información al público o no investigó los posibles peligros. Pero después de la catástrofe de 1959 en la laguna Tullparaju, y ante las amargas solicitudes públicas de detalles sobre los proyectos de lagunas completados, el Ministerio de Fomento reveló información sobre el estatus de catorce proyectos de seguridad de lagunas glaciares, en El Comercio, el 14 de diciembre de 19596.
- 7 « Infundada alarma en Huaraz », 1962: 2; Elías Pizarro (1962: 3).
15La tragedia de Ranrahirca y las dos falsas alarmas respecto al descenso de aluviones sobre Huaraz y Marcará en febrero de 1962, exacerbaron las ánimos en torno a la información sobre glaciares y lagunas glaciares7. Algunos lugareños culparon del desastre del glaciar 511 a la Comisión de Lagunas, aduciendo que la agencia no había advertido anticipadamente a la población ni evitado que ocurriera la avalancha de la misma manera en que prevenía los aluviones. El director Elías Pizarro rechazó dicha reacción, describiéndola como parte del « estado de psicosis colectiva » en que se encontraba la población. A inicios de la década de 1960, su actitud fue cada vez más defensiva. Incluso intentó justificar la monopolización de la investigación glaciar por parte de su oficina « para no distraer inútilmente nuestras labores normales y dar crédito única y exclusivamente a las informaciones que emanen de esta dependencia pública » (Elías Pizarro, 1962a: 3). Un control menos exclusivo por parte de la Comisión de Lagunas podría haber ayudado a calmar al público (Carey, 2005: 129-130). Por otra parte, los desastres motivan a la gente a culpar al gobierno, sin importar las acciones estatales. Poco podía hacer Elías Pizarro en 1962 para aquietar los ataques públicos contra su oficina. Él publicó numerosos informes en diarios regionales y escribió en febrero de 1962 que su « puerta está abierta » para recibir más sugerencias respecto a cómo prevenir desastres glaciares y para que los residentes realizaran una visita guiada a los proyectos de seguridad de lagunas de la Comisión. Se burló —con razón— de la sugerencia local en la que se indicaba que cien hombres utilizando baldes podrían drenar las lagunas glaciares de la Cordillera Blanca. Y cuando surgieron quejas sobre la prevención del desastre de Ranrahirca por parte de la Comisión de Lagunas, Elías Pizarro señaló que sus predecesores nunca habían establecido una comisión para « el control de glaciares y lagunas de la Cordillera Blanca » (Elías Pizarro, 1962c: 3). La atención siempre estuvo centrada en las lagunas. El glaciar 511, por lo tanto, era una amenaza nueva y no anticipada.
- 8 « Corporación del Santa debe controlar lagunas de la Cordillera Blanca », 1965. Otras quejas en « M (...)
16Aunque la comisión había realizado —y continuó realizando— muchos proyectos de ingeniería para estabilizar las lagunas glaciares, las falsas alarmas y el desastre de Ranrahirca enfrentaron a la comunidad con la Comisión de Lagunas. Los residentes locales criticaron a la agencia en los diarios regionales y nacionales a lo largo de la década de 1960. Tal como indica una queja en 1965, la Comisión de Lagunas « se ha convertido en una entidad burocrática y nada técnica»8. Tanto los expertos en glaciares como los lugareños parecían provocar la creciente tensión. Los residentes rápidamente culparon a la Comisión de Lagunas de cada peligro y desastre, lo cual era evidentemente injusto. Tanto el cambio climático como el retroceso de los glaciares fueron los creadores de las amenazas que se cernían sobre las comunidades fundadas por los españoles en el siglo XVI. Sin embargo, la comisión retenía la información sobre las amenazas de lagunas, enfatizando frecuentemente que « no había peligro ». Tan solo unos años después, otro desastre devastó la región.
17En el fondo, los conflictos que estallaron después de que Bernays y Sawyer escalaran el Huascarán giraban en torno a quién controlaba la ciencia y la información, y quién tenía la potestad de representar a los glaciares. Elías Pizarro no condujo sus estudios del glaciar 511 para verificar o contradecir aquello que los alpinistas consideraron alarmante. Se abalanzó sobre ellos para mantener control sobre el conocimiento glaciar. A inicios de la década de 1960, la Comisión de Lagunas no tenía apoyo local ni político, ni los recursos financieros para detentar ese poder. La decadencia de la autoridad de la Comisión de Lagunas ayudaría a abrir paso a un mayor control por parte de la Corporación del Santa, que tenía mayor poder político en Lima y apoyo local en Áncash. A inicios de la década de 1970, la Corporación del Santa y su sucesora, Electroperú, habían obtenido el derecho de representar al hielo.
18Las advertencias de 1962 no habían bastado para prevenir la pérdida de vidas en la avalancha de 1970. Tal como lamentó el sobreviviente Lamberto Guzmán Tapia:
La desgracia se previno, pero la advertencia no se tomó en cuenta, de haberse previsto se hubiera salvado miles de vidas, y Yungay no habría desaparecido (Guzmán Tapia, 2002: 174).
19Es un sentimiento un tanto reduccionista, ya que la avalancha habría ocurrido de todas modos y, tomando en cuenta el rechazo incesante de la población regional a las zonas de peligro desde 1941, los habitantes probablemente se habrían rehusado a salir del camino con anterioridad. Sin embargo, su acusación ilustra una situación que aqueja frecuentemente a los gobiernos: deben predecir los desastres con precisión exacta o enfrentarse a la indignación pública; en caso faltaran medidas de evacuación o zonas de peligro cuando se da el desastre, la culpa recaería en ellos; y finalmente, evacuar cuando no ocurre el desastre traería como resultado un costoso desastre de relaciones públicas. A los líderes gubernamentales se les suele imponer un estándar que requeriría que tuvieran omnisciencia ambiental.
2. La ciencia y la economía convergen sobre los glaciares
- 9 Electroperú-FS, Caja 058347, N.° 6, Comisión Liquidadora de la Corporación Peruana del Santa, « Mem (...)
- 10 En 1981, Electroperú amplió la producción del Cañón del Pato a 150 megavatios.
- 11 UGRH, I-GLACIO-049, Benjamín Morales A., « Estudios glaciológicos-geológicos efectuados en la Cordi (...)
20A medida que las investigaciones sobre glaciares y lagunas glaciares se fueron trasladando a la Corporación del Santa pasada la década de 1960, el enfoque de aquellas también pasó de una concentración primaria en las amenazas a una agenda que investigaba tanto las amenazas como los recursos glaciares. Desde su inicio en 1966, la Dirección de Glaciología y Seguridad de Lagunas de la corporación había puesto un gran interés en el uso del agua, particularmente en la expansión de la generación hidroeléctrica del Cañón del Pato. La estación hidroeléctrica del Cañón del Pato se había inaugurado en 1958 con una capacidad de 50 megavatios, incrementando su producción a 100 megavatios en septiembre de 19679. Para alcanzar su último objetivo — generar unos 150 megavatios—, la orporación del Santa comenzó, ese mismo año, la búsqueda de lugares potenciales en la Cordillera Blanca para construir reservorios, desde donde la corporación podría aumentar y regular el flujo de agua del río Santa10. Los estudios glaciares contribuyeron a estos planes, y la Dirección de Glaciología y Seguridad de Lagunas recolectó información « con el propósito de tener un mejor conocimiento de nuestras reservas de agua, con fines de aprovechamiento hídrico en electricidad e irrigación » (Morales A., 1970b: 35)11.
- 12 UGRH, I-GLACIO-049, Benjamín Morales A., « Estudios glaciológicos-geológicos efectuados en la Cordi (...)
21La Corporación del Santa creó su Dirección de Glaciología y Seguridad de Lagunas en 1966 bajo el liderazgo del glaciólogo peruano Benjamín Morales. En menos de un año, la Dirección de Glaciología, que contaba con mayores recursos, tenía mayor actividad que la Comisión de Lagunas en cuanto a investigaciones en la Cordillera Blanca e ingeniería de lagunas glaciares. La Dirección de Glaciología dedicó considerable atención al futuro uso del agua y producción de energía. Tal como anotó Morales en un informe que resumía los primeros dos años de la dirección, una de las « principales preocupaciones » de la Corporación del Santa era estudiar reservorios a lo largo del río Santa porque algunos de sus futuros proyectos de expansión de generación de energía « dependen íntimamente de las posibilidades reguladoras hídricas que puedan almacenarse en los altos valles de la Cordillera Blanca. Por tal motivo otra de nuestras principales actividades ha sido la de explorar e investigar sistemáticamente de Sur a Norte en la Cordillera Blanca, las posibilidades de embalsamientos que nos ofrecen sus valles transversales ». Luego de muchos viajes de reconocimiento, la Corporación del Santa sugirió doce quebradas como posibles lugares para futuros reservorios, los cuales podrían usarse para regular el caudal del río Santa. Algunas lagunas glaciares, notaron, eran demasiado peligrosas para grandes represas y reservorios, tales como la laguna Shallap y las lagunas en la quebrada Ulta en Carhuaz, que tenían numerosos glaciares colgantes como para que los reservorios fueran seguros12. Los casos específicos de obras de prevención de desastres en las lagunas Safuna y Parón, así como la dirección general de la investigación glaciológica a fines de la década de 1960, demuestran el enfoque dual de la corporación: uso del agua y prevención de desastres.
- 13 Sobre las relaciones entre clima y glaciares, en la Cordillera Blanca, véanse Kaser & Osmaston (200 (...)
22Los intereses hidroeléctricos motivaron tanto los proyectos de ingeniería de lagunas de la Corporación del Santa como las investigaciones sobre glaciares. Cuando inició sus estudios en 1966, investigó la ablación, los cambios de masa, las posiciones de las lenguas de los glaciares y el cambio climático regional. Estos temas reflejaban la orientación sobre el uso de agua. Los estudios de ablación, por ejemplo, permitieron que la Corporación del Santa « conozca el volumen de agua que se derrite de los glaciares y baja a los valles, y en qué temporadas el caudal es más grande » (Morales A., 1969a: 53). El balance de la masa les ayuda a determinar si un glaciar está —en líneas generales— creciendo o reduciéndose, ya que toma en cuenta la acumulación y el derretimiento. La corporación también recolectó data climática en toda la Cordillera Blanca. En particular, sus especialistas querían aprender sobre la caída de nieve —el ingrediente primario para la formación de glaciares— en el pasado y en el futuro. A finales de la década de 1960 había instalado dieciocho estaciones meteorológicas, la mayoría a lo largo del río Santa y las lagunas Conococha, Querococha, Llanganuco y Parón. A inicios de la década de 1970, los ingenieros instalaron estaciones pluviométricas adicionales en los glaciares Broggi y Yanamarey para entender mejor los efectos de la temperatura y la precipitación en el retroceso de los glaciares (Lliboutry, Morales A. & Schneider, 1977: 285; Morales A., 1970b: 36)13. El mapeo de las lenguas de los glaciares —la porción más baja de un glaciar— también proveyó información respecto al tamaño de los glaciares y su comportamiento. A inicios de la década de 1970, la Corporación del Santa estaba trazando la ubicación de cuatro lenguas de glaciares —Safuna, Broggi, Uruashraju y Yanamarey— en zonas específicas de la Cordillera Blanca del extremo norte al sur (Morales A., 1969b: 28; Ames & Francou, 1995: 46; Ames, 1998: 5-6). Los estudios glaciológicos de los peruanos demuestran cómo los investigadores andinos desarrollaron y mantuvieron agendas de investigación propias, independientes de la experticia de glaciólogos internacionales de Europa y Norteamérica (Chambers, 1991; Cueto, 1989a: 608-609).
- 14 Decreto Ley N.° 19242, « A Corporación del Santa encomiendan control de las lagunas de dos cordille (...)
23Los estudios de ablación, balance de masa, condiciones climáticas y posiciones de lenguas glaciares podrían haber sido los primeros pasos para comprender los peligros de los glaciares; una presunción razonable tomando en cuenta la avalancha de 1962. La física de los glaciares es compleja y el análisis del balance de masa en particular es un requisito fundamental para entender el comportamiento de los glaciares en términos generales. Pero los estudios de los ingenieros peruanos en estos temas parecen haber estado dirigidos a temas más utilitarios y económicos. La Corporación del Santa estaba poniendo en vigencia la economía del desastre puesto que su Oficina de Glaciología integró oficialmente la investigación de glaciares y mitigación de desastres al desarrollo económico, algo que la Comisión de Lagunas promovía también, pero que hacía de manera menos sistemática. La investigación también inició el proceso a través del cual los glaciares andinos se transformaron de amenazas a torres de agua en proceso de desaparición. A inicios de la década de 1970 —momento en que el gobierno disolvió la Comisión de Lagunas—, la Corporación del Santa se convirtió en la entidad que realizaba la investigación de glaciares y mitigación de desastres en la Cordillera Blanca. Esta se benefició de una construcción discursiva respecto a los glaciares que justificaba su propio control sobre la hidrología de la zona14.
3. Un inventario nacional de glaciares
24Un paso importante en la construcción histórica de la idea de los glaciares como torres de agua en proceso de desaparición fue su cuantificación a través de inventarios. Desde la década de 1970, el área de la Cordillera Blanca cubierta por glaciares había decrecido, tal como lo revelaba una tasa constante de pérdida de balance de masa y el retroceso de las lenguas de los glaciares (Racoviteanu et al., 2008; Georges, 2004; Morales A., 1999). Pero cuantificar estos procesos a lo largo de las últimas décadas también ha contribuido a la construcción discursiva de los glaciares como recursos hidrológicos. Los inventarios tuvieron un papel importante para comprender la relación entre los glaciares y el agua, pero brindaron la data a grupos particulares, como agencias gubernamentales, compañías hidroeléctricas e irrigadores a gran escala, en lugar de entregarla a los agricultores individuales del Callejón de Huaylas.
25La Corporación del Santa y Electroperú tuvieron un rol vital en la definición y cuantificación de glaciares en todo el Perú. En 1988, Alcides Ames de la Unidad de Glaciología y Seguridad de Lagunas, publicó el primer « inventario de glaciares » del país. Ames empezó su inventario informalmente a inicios de la década de 1960, durante sus tempranos días como experto en glaciares. Después de 1978, dedicó una atención significativa al inventario, contando con sus excelentes dotes como cartógrafo y gran conocimiento de la Cordillera Blanca y otras cadenas montañosas. Aunque Ames y otros colaboradores se enfrentaron a carencias de fondos y recursos —la falta de computadoras le obligó a hacer todos los cálculos a mano—, completaron el inventario en 1987. El liderazgo y tenacidad de Ames mantuvieron el proyecto en marcha.
26Este inventario peruano de glaciares acumuló data nunca antes recolectada en los Andes, y contribuyó a programas internacionales, entre los cuales estaba el Inventario Mundial de Glaciares. El estudio compiló datos para mapear los bordes de los glaciares, latitud y longitud, elevaciones, zonas de ablación y superficie total. Ames subrayó el propósito de su inventario desde sus primeras oraciones:
El agua es un recurso muy vinculado al progreso de la civilización, tanto para satisfacer sus necesidades básicas como para producir comida, energía y otros usos. Donde hay bastante de este elemento, los pueblos se desarrollan y prosperan; donde falta, estos languidecen y se extinguen (Ames, 1988: 1).
27El interés por los recursos hídricos estaba en paralelo con la misión más amplia de Electroperú: la generación hidroeléctrica. Cuantificar los glaciares expandió el conocimiento de la compañía respecto a los suministros de agua que producían energía. Tal como explicó Benjamín Morales en el inventario:
Durante aquellos años, grupos de técnicos de Huaraz salieron a conocer las características de 20 cordilleras nevadas del Perú, lo cual se considera un esfuerzo sin precedentes en el trabajo de investigación de los recursos hídricos de los Andes peruanos (Morales A., 1999: Prefacio).
28El hecho de que los expertos basaran sus clasificaciones glaciares por tipo — en lugar de crear un índice de estabilidad o probabilidad de generar avalanchas—, revela el enfoque sobre los glaciares como cuerpos de hielo que almacenan agua. De hecho, la orientación general del inventario sugiere que su propósito era cuantificar recursos acuíferos.
29El inventario puede ser analizado de varias maneras. Ha aumentado el conocimiento peruano respecto a sus escasas fuentes de agua andinas. Esta información ha ayudado a electrificar hogares y promover la industria y la agricultura. Recientemente, la data ha ayudado a estudios nacionales e internacionales sobre el cambio climático global. Pero el inventario suministró información a Electroperú, a la compañía energética Hidrandina con base en Huaraz y al gobierno nacional. Lo que para los empresarios y clases dirigentes habían sido tierras « vacantes », « frígidas » o « blancas » se convirtieron en un espacio organizado, clasificado y ordenado del cual extraer recursos naturales (Pulgar Vidal, 1996: 139). Esto podría ser visto como una parte de los procesos globales de larga duración a través de los cuales los Estados obtenían conocimiento y poder sobre regiones y recursos remotos, ya sean bosques prusianos o las fronteras de México (Scott, 1998; Craib, 2004). Los habitantes rurales que practican rituales de irrigación y mantienen conexiones espirituales con el agua de los glaciares les han añadido significados diferentes de los que emergen del inventario cuantificador que circula entre científicos, promotores de desarrollo y políticos. Frecuentemente son la data, números y estadísticas los que generan las políticas respecto al uso del agua y el manejo del medio ambiente (Nash, 2000). La cuantificación de suministros de hielo glaciar también ayudó a definir a los glaciares como torres de agua utilitarios. Los lugareños obviamente se beneficiaron del expandido uso del agua, pero las compañías estatales de energía y el gobierno peruano controlaron la información; por lo menos hasta cuando Duke Energy se encargó del control del Cañón del Pato a finales de la década de 1990. Gracias a la Glaciología peruana, la empresa estatal Electroperú expandió su control sobre una de las últimas fronteras andinas, los picos nevados. Tal como han mostrado los académicos en muchas regiones del mundo, el poder para definir la naturaleza y controlar el discurso muchas veces determina quién usa la naturaleza y con qué fines.
4. De amenaza a recurso
30Las nuevas agencias que manejaron los proyectos de prevención de desastres de la Cordillera Blanca después de la década de 1980 modificaron aun más el enfoque del manejo de glaciares, de amenazas a recursos. Los nombres de estas agencias estatales demuestran la transformación. El presidente Odría estableció la Comisión de Control de Lagunas de la Cordillera Blanca en 1951, una agencia con la clara misión de mitigar desastres. La Dirección de Glaciología y Programa de Seguridad de Lagunas de la Corporación del Santa desplazó a la Comisión de Lagunas a inicios de la década de 1970. El nuevo nombre, que se mantuvo cuando Electroperú y otras agencias la administraron en las décadas de 1970 y 1980, fue un giro retórico que siguió enfatizando su papel en la investigación y prevención de desastres. Pero en la transición, su supervisión pasó del Ministerio de Fomento y Obras Públicas al Ministerio de Energía y Minas, lo cual sugería una nueva orientación hacia la extracción de recursos en lugar de la realización de obras públicas. Desde 1986 a 1990, la agencia se convirtió en la Unidad de Glaciología e Hidrología, bajo el manejo de Hidrandina. « Seguridad de Lagunas » desapareció de su nombre. Luego, desde 1990 hasta 1997, cuando la agencia se transfirió nuevamente a Electroperú, adoptó el nombre que conserva hoy: la Unidad de Glaciología y Recursos Hidrológicos. Desde 2001, la oficina ha estado en el Ministerio de Agricultura, primero bajo la dirección del Instituto Nacional de Recursos Naturales y después, desde 2008, bajo la Autoridad Nacional del Agua.
- 15 UGRH, I-MEM-022, Unidad de Glaciología e Hidrología Hidrandina S. A., « Informe técnico financiero (...)
- 16 UGRH, I-MEM-033, Unidad de Glaciología y Recursos Hídricos, « Información básica: Resumen ejecutivo (...)
31La nueva terminología también estaba reflejada en las misiones y visiones de las agencias. En 1987, la misión de la Unidad de Glaciología e Hidrología tenía un claro interés en el uso del agua y la protección de centrales hidroeléctricas, en vez de la población del Callejón de Huaylas. « Toda la actividad programada », rezaba su misión, « está orientada a la evaluación del recurso hídrico en la zona alta con fines de regulación de caudales para su aprovechamiento en la generación eléctrica, así como también a la seguridad de las instalaciones de las Centrales Hidroeléctricas del Cañón del Pato y Cahua»15. Para 1995, la Unidad de Glaciología y Recursos Hidrológicos enmarcaba su misión anotando que « los glaciares son las reservas continentales de agua dulce que constituyen embalses naturales y regulan los caudales de los ríos durante la época de estiaje ». Sus objetivos eran: (1) « aplicar el conocimiento que proporciona la Glaciología al mejor uso de los Recursos Hídricos »; (2) « recomendar alternativas de proyectos para uso de los Recursos Hídricos de Alta Montaña »; y, (3) « realizar por encargo Estudios y Proyectos de seguridad en lagunas»16.
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- 18 UGRH, I-MEM-024, Unidad de Glaciología e Hidrología, « Informe de actividades y programas de trabaj (...)
- 19 UGRH, I-GLACIO-037, Marino Zamora Cobos, « Plan de emergencia para el control de lagunas y glaciare (...)
- 20 « La Cordillera Blanca », 1983; « Hacen llamado para no dejar de controlar peligrosas lagunas de la (...)
32Electroperú, Hidrandina y la Unidad de Glaciología e Hidrología basaban sus actividades y programas en la conceptualización discursiva de los glaciares andinos como torres de agua. Los expertos en glaciares de la década de 1980 se enfocaron en el monitoreo de glaciares, en realizar más estudios sobre el uso de agua en las lagunas glaciares más grandes, y en construir reservorios para controlar el caudal del río Santa, específicamente en las lagunas Parón, Cullicocha, Auquiscocha y otras. Después de que la laguna Parón fuera parcialmente drenada en 1985 para reducir la amenaza de un aluvión, los ingenieros y diseñadores de políticas se propusieron pasar a la siguiente fase del proyecto de Parón: instalar compuertas en la abertura del túnel de drenado de la laguna para controlar el flujo de agua que salía de la laguna y desembocaba en el río Santa. Esperaban, tras su instalación, poder aumentar la cantidad de agua en la laguna durante la temporada lluviosa y así liberarla para generar hidroelectricidad durante la época de estiaje, cuando más la necesitaba la central hidroeléctrica y los irrigadores río abajo. En una extraña reversión, tras 45 años de demandas locales y esfuerzos de expertos por drenar la laguna Parón para reducir la amenaza de un aluvión, a finales de la década de 1980, promotores del desarrollo económico de agua —con la ayuda de los expertos en glaciares— trataban de volverla a llenar. Estimaron que tras instalar estas compuertas, su mejorada habilidad de regular el río Santa significaría que el Cañón del Pato le rendiría de uno a tres millones de dólares adicionales a Electroperú17. Esperaban construir otros reservorios en las lagunas Cullicocha, Santa Cruz, Rajucolta y Querococha18. La Oficina de Glaciología también continuó sus programas de reducción de amenazas, aunque sin el enfoque dedicado y los recursos que habían caracterizado la década de 197019. Los residentes y funcionarios regionales seguían exigiendo tales proyectos para proteger a la población20. La Oficina de Glaciología seguía informando que su oficina « demostró con lujo de detalles y conocimiento de causa, que no existía ninguna clase de peligro en la seguridad de las lagunas que se encuentran en las alturas de Huaraz » (Jaramillo M., 1981). La situación de emergencia en la laguna 513a pronto demostraría que los riesgos para las poblaciones persistían, aun cuando los programas de prevención de desastres se realizaban con tan solo un apoyo marginal de Lima.
5. La apuesta en la laguna 513a
- 21 Las percepciones locales provienen de las entrevistas que realicé y de Stein (1961: 295-306).
33En 1985, cuando la laguna 513a se volvió una amenaza inminente para Carhuaz y el Callejón de Huaylas, las lagunas glaciares en todo el mundo se estaban volviendo cada vez más peligrosas. Ese mismo año, por ejemplo, la famosa laguna glaciar Tsho Rolpa causó un aluvión en Nepal (Kattelman, 2003). En la Cordillera Blanca, la laguna 513a está ubicada en la base del Nevado Hualcán, cuesta arriba de la ciudad de Carhuaz. Los residentes del pueblo de Hualcán habían creído durante mucho tiempo que del hielo glaciar en el Nevado Hualcán podían descender vientos peligrosos y que las lagunas encantadas podían hacerle daño a la gente. La laguna Yawarcocha (laguna sangrienta), cuyo nombre derivaba del agua roja que la gente decía ver en el lugar, era una de esas lagunas encantadas. Nadie se acercaba a la laguna por temor a los espíritus malévolos. Tal como explican los lugareños, una mujer que llevaba a su bebé se acercó al agua porque no sabía de los espíritus. Inmediatamente, el agua « subió y las tapó. Después de unos días, el cuerpo de la mujer, cargando su bebé, apareció. Las habían convertido en piedra. Cuando la gente descubrió lo que había pasado, trajeron a un sacerdote para bendecirla. Ahora está tranquila ». Según los testimonios, la laguna seguía siendo peligrosa durante la luna nueva y los residentes preferían mantenerse lejos de ella. Si era necesario acercarse a ella, primero rezaban en un santuario cercano21.
- 22 « El Hualcán presenta fisura de 500 metros con gran masa de hielo: Peligro de desprendimiento sobre (...)
34Los residentes de Carhuaz también estaban preocupados por los glaciares y las lagunas del Nevado Hualcán. En 1953, los ingenieros drenaron parcialmente la laguna Cochca y, a finales de la década de 1960, los alpinistas señalaron las potenciales amenazas glaciares en el Nevado Hualcán. Temían que pudiese caer una avalancha del inestable glaciar ubicado sobre las lagunas Cochca y Yanahuanca, con lo cual se crearía un aluvión. En la década de 1970, las autoridades y expertos tenían tal preocupación por los glaciares inestables de Hualcán y las lagunas glaciares que intentaron reubicar la ciudad de Carhuaz para sacarla del camino potencial de aluviones y avalanchas. Era un momento oportuno para trasladar la ciudad, decían las autoridades, ya que el terremoto de 1970 había destruido buena parte de ella y, a su vez, las amenazas glaciares persistían. Los habitantes se resistieron y prevalecieron. Sin embargo, al rechazar la reubicación permanecieron en la zona de peligro. Cuando los investigadores, realizando una inspección de rutina en 1980, notaron por vez primera que una nueva laguna se estaba formando en la base del glaciar 513a, los residentes estaban muy conscientes de las amenazas glaciares que se cernían sobre ellos22.
- 23 UGRH, I-GLACIO-040, Unidad de Glaciología e Hidrología Hidrandina S. A., « Información sobre peligr (...)
- 24 Sobre la laguna 513a, véanse UGRH, I-MEM-026, Unidad de Glaciología e Hidrología, « Informe técnico (...)
- 25 Comunicación personal con Georg Kaser (noviembre de 2008).
35Para 1985, la laguna era grande e inestable. El estudio detallado de los expertos encontró que la laguna 513a había alcanzado los 750 m de largo, 250 m de ancho y 120 m de profundidad23. En 1988, los ingenieros de la Unidad de Glaciología, César Portocarrero y Andrés Huamán, consideraron que la situación se había convertido en una emergencia para los 25 000 habitantes de Carhuaz. Discutieron el problema con dos científicos extranjeros que hacían proyectos de investigación independientes en el Perú en esa época, el geofísico británico John Reynolds y el geógrafo físico italiano Georg Kaser de la Universidad de Innsbruck, Austria. Estos especialistas identificaron dos problemas interrelacionados que hacían que la laguna 513a fuera particularmente amenazante. Primero, la laguna tenía espacio para crecer mucho más y estaba suministrada por un gran glaciar que producía abundante agua. Segundo, el dique de morrena que contenía a la laguna tenía un núcleo de hielo, un remanente del glaciar —que los glaciólogos denominan « hielo muerto »— que se derretía rápidamente dentro de esta. Mientras esto sucedía, la represa que contenía a la laguna 513a se seguía encogiendo; por lo tanto, mientras el nivel de la laguna aumentaba, la altura de la represa bajaba. Entre 1985 y 1988, la morrena se había hundido 4 m, a una velocidad estimada de 11 cm/mes. Los expertos estimaban que la represa colapsaría en cuestión de meses, lo cual implicaría que un aluvión arremetería contra la zona urbana de Carhuaz24. Kaser y Reynolds sugirieron evacuar Carhuaz mientras la laguna se mantuviera inestable. Pero las autoridades regionales insistieron en que la gente no obedecería y que estarían enojados ante tal propuesta, que les haría recordar su lucha contra las zonas de peligro en décadas pasadas25.
36Solo una solución parecía ser práctica: desaguar la laguna inmediatamente. Los expertos esperaban que de lograr disminuir el nivel de la laguna en por lo menos 8 m, preferiblemente 12 m, podrían prevenir el desastre. En octubre de 1988, los ingenieros peruanos Marino Zamora, César Portocarrero, Andrés Huamán y Marco Zapata instalaron un tubo de drenaje de 8” para extraer el agua de la laguna con un sifón. A finales de ese año habían extraído aproximadamente 1 000 000 m3 de agua, pero debido al constante influjo de agua derretida del glaciar y la precipitación, el nivel de la laguna no disminuyó. Los ingenieros se dieron cuenta de que necesitaban instalar un tubo adicional para acelerar la velocidad con que se retiraba el agua. Pero el financiamiento se evaporó en medio de las extremas dificultades financieras del gobierno, en especial la tasa de inflación de 2000 %. Reconociendo la posibilidad de un desastre inminente para Carhuaz y la región entera, Reynolds viajó a Lima para visitar al Embajador británico, quien acordó ayudar a financiar el proyecto de drenado de la laguna, junto a donantes privados en Austria. En enero de 1989, los ingenieros instalaron el segundo tubo de drenaje en la laguna 513a. Con dos sifones funcionando de manera constante, el nivel de la laguna finalmente decreció. Siguieron drenando la laguna con dos sifones durante un año y medio más.
37Si bien los sifones ayudaron a prevenir una catástrofe inmediata, no ofrecían una solución a largo plazo en cuanto a la estabilidad de la laguna. Por lo tanto, a mediados de 1990, los ingenieros propusieron cavar un canal de tajo abierto a través de la morrena para mantener el agua de la laguna a un nivel bajo. En 1991, mientras planeaban este proyecto, y habiendo obtenido el apoyo de Defensa Civil, el escenario temido ocurrió: una avalancha de hielo cayó sobre la laguna y generó un aluvión. El agua rebalsó la laguna, irrumpió en el suelo de la parte alta de la quebrada y se dirigió hacia Carhuaz. Afortunadamente, la represa de morrena no se desintegró completamente, y solo parte del agua de la laguna salió por la abertura. El fondo de la quebrada era suficientemente ancho para disipar buena parte del agua; de esta manera el aluvión causó daños mínimos y ninguna muerte. Sin embargo, sí destruyó puentes y canales de irrigación, lo cual asustó a los habitantes. Se habían salvado por poco, y sin duda los diligentes esfuerzos por drenar la laguna entre 1988 y 1991 habían prevenido una catástrofe. Pero el pequeño aluvión de 1991 desde la laguna 513a también había demostrado su continuada inestabilidad y el peligro que representaba para las comunidades locales.
- 26 El Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación publicado en 2003, donde se describe (...)
38Más allá de la falta de dinero y el cambiante ambiente físico que impacientaba a los ingenieros en la laguna, la violencia de Sendero Luminoso a finales de la década de 1980 y durante la década de 1990 también retrasó los avances. Sendero Luminoso fue una organización maoísta formada por Abimael Guzmán a inicios de la década de 1970 bajo la denominación de Partido Comunista del Perú. En 1980, el grupo terrorista empezó a luchar violentamente contra el Estado peruano y otras fuerzas que consideraba como opresoras de los pobres del país. El brutal conflicto se inició cerca de Huamanga (Ayacucho), pero a lo largo de la década de 1980 se diseminó en todo el país. La violencia prevalente, especialmente en las zonas rurales de los Andes, pero cada vez más en las zonas urbanas y en Lima, persistió durante la década de 1990, hasta que el gobierno peruano capturó a Guzmán en 1992. Sendero Luminoso decayó en los años subsiguientes, pero entre 1980 y 2000 aproximadamente 70 000 personas murieron en el conflicto26. Aunque Áncash y la región de la Cordillera Blanca fueron menos afectados que muchas otras partes del Perú, no estuvieron libres del terrorismo, especialmente en años cercanos a 1990. Las continuas amenazas de violencia afectaron tanto a residentes como a expertos en glaciares. Corrieron rumores de que los senderistas habían transformado los antiguos campamentos de trabajo en escondites. No fue sorpresa que los ingenieros de la Unidad de Glaciología y Recursos Hidrológicos empezaran a mostrarse preocupados sobre el trabajo de campo. Intentaron disuadir a los científicos extranjeros de realizar investigaciones en la Cordillera Blanca o incluso de ayudarlos con el proyecto de la laguna 513a, que se mantenía estable en 1989 pero que requería un drenaje constante para estabilizar su represa. A lo largo de 1990 y 1991, el proyecto de construcción de un canal de drenaje de la laguna se fue atrasando. Tal como explicó John Reynolds en ese entonces:
Aun cuando se pudiera conseguir financiamiento con la ayuda internacional, la presencia de terroristas maoístas en la zona ha hecho extremadamente improbable que se pueda realizar cualquier acción correctiva futura sino hasta cuando se resuelvan los problemas políticos (Reynolds, 1992: 156).
39Consecuentemente, tomaría varios años para que los ingenieros completaran el proyecto de seguridad en la laguna 513a.
40Una vez que los ingenieros de la Unidad de Glaciología retomaron el trabajo de asegurar la laguna para los residentes de Carhuaz, se toparon con algunos obstáculos. Primero, el acceso a la laguna 513a requería ascender por un sendero empinado y difícil. Llevar equipamiento era extremadamente complicado; algunas veces se requería hasta 60 porteadores. Un segundo obstáculo era el desafío técnico de desaguar la laguna 513a, especialmente porque su morrena tenía un núcleo de hielo. Los expertos usaron una técnica noruega diferente a las usadas en las otras 30 lagunas glaciares de la Cordillera Blanca que la Oficina de Glaciología había drenado desde la década de 1940. Habían perforado cuatro túneles de drenaje en 1994 y extraído entre 6 000 000- 7 000 000 m3 de agua, una cantidad comparable a la de los aluviones de Chavín y Los Cedros, en 1945 y 1950 respectivamente. Redujeron el nivel del agua de la laguna, lo suficiente como para que estuviera retenida tras el lecho de piedras de granodiorita en lugar de la inestable morrena. Los habitantes de Carhuaz se podían sentir más seguros respecto a la laguna glaciar 513a.
41Pero la laguna 513a no fue la única amenaza en la década de 1990. Georg Kaser estimó que « podrían ocurrir cinco a diez situaciones similares en los siguientes años » (Kaser & Osmaston, 2002: 11). John Reynolds y sus colegas, incluyendo a César Portocarrero, arguyeron que debido a « la continuación de la recesión de los glaciares y el desarrollo de lagunas causados por el calentamiento global, hay una necesidad urgente de una estrategia gubernamental nacional para la evaluación y mitigación de las amenazas glaciares ». Sostenía también que los proyectos de seguridad de lagunas y el monitoreo de glaciares podría al final ser mucho más barato que el auxilio posdesastre, y que podría salvar vidas (Reynolds et al., 1998). El experto peruano en glaciares, Alcides Ames, con experiencia en la Cordillera Blanca desde inicios de la década de 1960, también reconoció la continua importancia del monitoreo de lagunas glaciares y de la mitigación de desastres (Ames, 1998: 31). Pero cumplir con los objetivos señalados por los expertos extranjeros y nacionales resultaría difícil.
42Desaguar la laguna 513a duró nueve años. Ante una situación de emergencia similar en una laguna glaciar en la frontera entre Italia y Suiza en 2002, las autoridades y expertos respondieron en 24 horas, instalando un sistema de drenaje y red de comunicaciones que eliminó la amenaza en cuestión de semanas, e incluso permitió que el turismo floreciera en la laguna varios meses después (Huggel et al., 2008: 74-76). Las cosas en el Perú se manejaban lentamente, en parte debido a problemas económicos y a la actividad de Sendero Luminoso.
- 27 UGRH, I-MEM-026, Unidad de Glaciología e Hidrología, « Informe técnico financiero de los proyectos (...)
43No obstante, mientras los carhuacinos se preguntaban si llegarían a ver otro fin de semana dado el peligro en la laguna 513a, el Estado logró financiar proyectos de uso de agua en la Cordillera Blanca. En 1989, el presupuesto de operaciones para obras de seguridad de lagunas glaciares « urgentes » en las lagunas 513a y 69 era apenas ligeramente más alto que la cantidad asignada a la Oficina de Glaciología para transformar la laguna Parón en un reservorio de regulación de agua que incrementaría la generación hidroeléctrica y expandiría proyectos de irrigación27. Los ingenieros instalaron compuertas de control de agua en la laguna Parón en 1992, dos años antes de que lograran asegurar la laguna 513a. Las necesidades energéticas estaban creciendo en el Perú, y Electroperú podría ayudar a cubrirlas con mayor generación de electricidad en el Cañón del Pato. ¿Pero eran estas necesidades energéticas más urgentes que la necesidad de evitar una potencial catástrofe en Carhuaz?
44La tensión entre los imperativos de prevención de desastres y los intereses de uso del agua no era nada nuevo en la Cordillera Blanca. Venía evolucionando desde 1941 y se había vuelto mucho más fuerte después de la década de 1960, cuando la Corporación del Santa y sus sucesores se encargaron de la administración de la ciencia glaciar. Pero las representaciones científicas de los glaciares reforzaron la hegemonía hidroeléctrica en la región, y la ausencia de una catástrofe mayor en las décadas de 1980 y 1990 ayudó a que los intereses de uso del agua prevalecieran sobre la prevención de desastres.
***
45Si bien la Corporación del Santa —y después Electroperú e Hidrandina— protegieron a la gente de los aluviones de las lagunas glaciares, la creciente monopolización de la ciencia glaciar por parte de las compañías hidroeléctricas significó que los promotores del desarrollo económico de agua obtuvieron la autoridad para definir el hielo glaciar principalmente como torres de agua. Después de la década de 1960, los expertos en glaciares produjeron su propia data glaciológica e hidrológica para la compañía hidroeléctrica. Una vez que el presidente Fujimori privatizó el Cañón del Pato en 1996, esa información benefició a Duke Energy, una compañía privada con sede en los Estados Unidos y que respondía ante sus accionistas y no ante el público peruano.
46La documentación detallada y a largo plazo sobre el derretimiento de los glaciares también llevó a una « narrativa glaciar » que hablaba de retroceso, pérdida, declive y futura tragedia por la pérdida de agua. Pero hay dificultades con este escenario apocalíptico. Los estudios todavía no ofrecen estimaciones precisas sobre la cantidad real de agua que fluirá por el río Santa si algunos o todos los glaciares desaparecen o cuando los glaciares empiecen a producir menos agua en escenarios específicos de cambio climático futuro. Hay otro problema con la narrativa de los glaciares: los glaciares de la Cordillera Blanca afectan la oferta del agua, pero es la gente la que afecta la cantidad de agua usada. El uso de agua obviamente depende de la oferta de agua; pero el uso depende también de la tecnología, ingenio humano, población y otros factores. En el caso de los glaciares peruanos —y aquellos en otras partes del mundo— no cabe duda de que los glaciares han retrocedido. Sin embargo, a medida que los glaciares han retrocedido durante el último medio siglo, el uso de agua glaciar ha aumentado. Esta trayectoria va en contra de la atrincherada pero muy simplista presunción de la narrativa de « glaciares como torres de agua en proceso de desaparición »: menos hielo implicaría menos agua para usar.
47Específicamente, dos áreas de uso de agua han crecido desde que la narrativa glaciar de pérdida se impregnó en las mentes peruanas durante la década de 1960. Primero, la generación hidroeléctrica en el Cañón del Pato ha aumentado sostenidamente. Cuando se inauguró en 1958, su capacidad era de 50 megavatios, luego se incrementó a 100 megavatios en 1967, a 150 en 1982, a 200 en 1999 y a 256 en 2002 (Duke Energy Perú, 2002: 9). Duke Energy sigue buscando zonas donde construir reservorios y expandir la generación hidroeléctrica. En el último medio siglo, la capacidad hidroeléctrica se ha incrementado tanto por la instalación de más equipos en el Cañón del Pato como por la construcción de reservorios en la cuenca del río Santa. Segundo, los proyectos de irrigación costera que surgieron durante las últimas tres décadas para aumentar la producción agrícola en las tierras bajas del Pacífico también han incrementado el uso del agua del río Santa. Los proyectos especiales de Chavimochic y Chinecas fueron las más grandes obras ejecutadas; los demás siguen bajo consideración. Lejos de sufrir las consecuencias negativas de un retroceso glaciar persistente, estos usuarios de agua a gran escala en la cuenca del río Santa han seguido expandiendo su uso a medida que los glaciares se derretían.
48Por lo tanto, la narrativa glaciar que enfatiza la pérdida y declive no logra plasmar una realidad comparable cuando se toma en cuenta el verdadero uso del agua. No obstante, esta conlleva la presunción implícita de que menos hielo significa menor uso de agua. Dada la importancia general de los glaciares para la disponibilidad de agua, la tendencia del pasado podría cambiar si es que los glaciares se siguen derritiendo en el futuro. Si ello ocurriese, es probable que la disponibilidad y uso del agua también declinen.
49El hielo visto como torres de agua en proceso de desaparición no es la única narrativa glaciar. Los glaciares también representan peligros naturales, laboratorios científicos, terreno para el montañismo, campos recreacionales, centros espirituales y paisaje. Su condición de fuente de agua, sin embargo, ha tomado cada vez más precedencia y prioridad en términos de administración y política. Los peruanos ciertamente se benefician de la electricidad del Cañón del Pato y de la irrigación de la Costa. Al mismo tiempo, los expertos en glaciares y las diversas compañías hidroeléctricas que construyeron el discurso glaciar-agua también promovieron un mayor control estatal sobre una de las regiones andinas más remotas, las cumbres nevadas.
Notes
1 Sobre las relaciones entre el glaciar y el agua en la Cordillera Blanca y el río Santa, véanse Bradley et al. (2006), Coudrain et al. (2005), Juen et al. (2007), Kaser et al. (2003), Mark et al. (2005), Mark & Seltzer (2003), Morales A. (1998), Portocarrero (1995).
2 « Jornadas libradas por los montañistas norteamericanos », 1962: 2; Guzmán Tapia (2002).
3 Cap. Jefe Político y Militar de la Plaza, « Comunicado al pueblo de Yungay », 1962: 2.
4 Entrevistas realizadas por el autor (Huaraz, 2003-2004).
5 « Informe del montañista Norteamericano Ing. D. Bernays », 1962: 2.
6 « Piden amplia investigación sobre trabajos ejecutados para la defensa de Huaraz », 1959: 6. Véanse también « Amenazas Hidrológicas », 1955: 2; « En mitin y Cabildo abierto, Huaraz censura negligencia y engaño sobre sus defensas », 1959: 1, 19; Ayllón Lozano (1955: 3).
7 « Infundada alarma en Huaraz », 1962: 2; Elías Pizarro (1962: 3).
8 « Corporación del Santa debe controlar lagunas de la Cordillera Blanca », 1965. Otras quejas en « Memorándum 1: Seguridad de las poblaciones amenazadas por las lagunas y los glaciares », 1963: 34; « Amenaza permanente: las lagunas de la Cordillera Blanca », 1966; « Previsión de aludes glaciares », 1967; « Piden fondos para expertos que ven peligro por desbordes de lagunas », 1967.
9 Electroperú-FS, Caja 058347, N.° 6, Comisión Liquidadora de la Corporación Peruana del Santa, « Memoria general de la Corporación Peruana del Santa, años 1943-1974 » (Lima, 1980): 22; UGRH, I-APROVHID-034, Electroperú, « Proyectos hidroeléctricos y de regulación de aguas en la cuenca del río Santa », Informe (Huaraz, abril de 1989): 1-2.
10 En 1981, Electroperú amplió la producción del Cañón del Pato a 150 megavatios.
11 UGRH, I-GLACIO-049, Benjamín Morales A., « Estudios glaciológicos-geológicos efectuados en la Cordillera Blanca entre enero de 1966 a diciembre de 1967 » (Pati, diciembre de 1967): 1-4.
12 UGRH, I-GLACIO-049, Benjamín Morales A., « Estudios glaciológicos-geológicos efectuados en la Cordillera Blanca entre enero de 1966 a diciembre de 1967 » (Pati, diciembre de 1967): 5-6.
13 Sobre las relaciones entre clima y glaciares, en la Cordillera Blanca, véanse Kaser & Osmaston (2002: 118-121), Kaser et al. (1990), Vuille et al. (2008).
14 Decreto Ley N.° 19242, « A Corporación del Santa encomiendan control de las lagunas de dos cordilleras » (28 de diciembre de 1971).
15 UGRH, I-MEM-022, Unidad de Glaciología e Hidrología Hidrandina S. A., « Informe técnico financiero de los proyectos de la Unidad de Glaciología e Hidrología al 30-10-87 » (Huaraz, 17 de noviembre de 1987): 1.
16 UGRH, I-MEM-033, Unidad de Glaciología y Recursos Hídricos, « Información básica: Resumen ejecutivo » (Huaraz, febrero de 1996): 1.
17 UGRH, I-MEM-020, Unidad de Glaciología e Hidrología, « Información de la Unidad de Glaciología y Seguridad de Lagunas y del Proyecto Parón » (Huaraz, 1987): 3-4; Unidad de Glaciología e Hidrología, « Informe técnico financiero de los proyectos »: Apéndice 4; UGRH, I-VARIOS-498, Electroperú, « Afianzamiento hídrico río Santa: Proyecto laguna Parón » (Huaraz, 1990): 7.
18 UGRH, I-MEM-024, Unidad de Glaciología e Hidrología, « Informe de actividades y programas de trabajo de la Unidad de Glaciología e Hidrología de Hidrandina S. A.» (Huaraz, febrero de 1989).
19 UGRH, I-GLACIO-037, Marino Zamora Cobos, « Plan de emergencia para el control de lagunas y glaciares en las cuencas del río Santa y Pativilca, Dptos. Áncash y Lima » (Huaraz, abril de 1987).
20 « La Cordillera Blanca », 1983; « Hacen llamado para no dejar de controlar peligrosas lagunas de la Cordillera Blanca », 1983; Romero Leguía (1983: 19).
21 Las percepciones locales provienen de las entrevistas que realicé y de Stein (1961: 295-306).
22 « El Hualcán presenta fisura de 500 metros con gran masa de hielo: Peligro de desprendimiento sobre la laguna Cochca », 1967; UGRH, I-GEOL-012, Jaime Fernández Concha, « Informe sobre la investigación efectuada en las obras y contabilidad de las lagunas Cochca y Yanahuanca » (Lima, 24 de junio de 1953); UGRH, I-GEOL-011, Jaime Fernández Concha & César Sotillo P., « Informe sobre la inspección de los trabajos en ejecución en las lagunas: Cochca, Lejia y Mullaca » (Lima, 9 de abril de 1953); Oberti Izquierdo, 1971-1972-1973: 131-138; AGN, Ministerio del Interior, Prefectura, Leg. 425, F. 11, Subprefecto de Carhuaz Torres Ramos, Telegrama a Lorenzo Sousa Iglesia, Prefecto del Departamento (Carhuaz, 30 de diciembre de 1942).
23 UGRH, I-GLACIO-040, Unidad de Glaciología e Hidrología Hidrandina S. A., « Información sobre peligrosidad de los glaciares: Estudio de los glaciares en la cuenca de las lagunas Cullicocha y Rajucocha » (Huaraz, octubre de 1988): 2.
24 Sobre la laguna 513a, véanse UGRH, I-MEM-026, Unidad de Glaciología e Hidrología, « Informe técnico financiero de los proyectos de la Unidad de Glaciología e Hidrología al 31-12-89 » (Huaraz, enero de 1990); Kaser & Osmaston (2002: Prólogo), Reynolds (1992), Reynolds et al. (1998).
25 Comunicación personal con Georg Kaser (noviembre de 2008).
26 El Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación publicado en 2003, donde se describe las dos décadas de violencia política, está disponible en http://www.cverdad.org.pe
27 UGRH, I-MEM-026, Unidad de Glaciología e Hidrología, « Informe técnico financiero de los proyectos de la Unidad de Glaciología e Hidrología al 31-12-89 » (Huaraz, enero de 1990): 2.
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