Bartolomé de Las Casas
|Interviews/Entrevistas
Marco Polo Hernández Cuevas
Ph. D. Associate Professor of Spanish Department of Modern Foreign Languages North Carolina Central University (USA)
Texte intégral
1¿En qué medida el undécimo remedio recomendado por Fray Bartolomé Las Casas en 1516 a los Reyes Católicos legitima la instauración de la esclavitud en América y en su país en particular? ¿Cuáles son las particularidades de la esclavitud en su México?
- 1 Quince Duncan, Contra el silencio. Afrodescendientes y racismo en el Caraibe continental hispànico(...)
2Partiendo del hecho de que millones de africanos y africanas de la región subsahriana fueron secuestrados, desarraigados, transportados intercontinentalmente, esclavizados, torturados y explotados física y sicológicamente entre los siglos XVI y XIX para el beneficio económico europeo se puede entender que dicha recomendación al menos sirvió en parte como base para justificar los hechos. Los puntos de vista de los estudiosos lascasianos al respecto van de un polo a otro. Yo me suscribo, sin embargo, a la persepectiva de Quince Duncan en su Contra el Silencio1. Ahí rememora: “el Padre [...] las Casas fue nombrado en 1510 por el rey Fernando como ‘Protector General de las Indias’. Combatió la barbarie española frente a los indígenas con gran fuerza”. Después de exponer el hecho histórico, Duncan explica: “Pero en su desesperación por proteger a los pueblos originarios, [Las Casas] perdió la perspectiva y al comparecer ante el nuevo emperador Carlos V en 1517, apoyó la solicitud de los colonos de importar negros para sustituir la mano de obra indígena. Poco tiempo después el emperador autorizó la traída de cuatro mil africanos a la isla [La Española]. Los efectos del ingreso de africanos no se hicieron esperar. Y ya en 1522 ocurre la primera revuelta a gran escala de negros en América, lo cual produce pánico en los colonos y una radicalización de la posición de las autoridades locales” (71-72).
3Tales posiciones y actitudes respecto a la trata y trato de africanos subsaharianos sería llevada por los supuestos conquistadores al territorio ocupado por México hoy y allende. Por lo que hasta ahora se sabe decenas de miles de africanos esclavizados y esclavizadas fueron llevados a la Nueva España (así se llamó la entidad del XVI al XIX). Además, directa o indirectamente se ha soslayado el hecho de que la mitad de esos ancestros fueron desarraigados durante el período que va de 1519 – cuando los españoles llegan a lo que hoy son las costas veracruzanas o “jarochas” – a 1640 cuando la alianza hispanoportuguesa se desintegra y los holandeses le ganan la fortaleza de El Mina a los portugueses. Desde el primer día de la colonización reconocida oficialmente como europea-española, los africanos y africanas jugaron un papel decisivo en la penetración y la adaptación de las tierras y gentes ahí.
4En su libro Ombligados de Ananse: hilos ancestrales y modernos en el pacífico colombiano (1999) el antropólogo africanista colombiano Jaime Arocha afirma que el argumento de la “redención de almas” en cuanto a la esclavitud fue poco convincente a juzgar por la experiencia de fray Bartolomé de Las Casas. ¿Cuáles son las percepciones simbólicas, políticas e ideológicas de Las Casas (trayectoria y obras) en México?
5En los estudios nacionales e internacionales de los africanos y africanos-mexicanos, la perspectiva académica prevaleciente respecto a España y los españoles ha sido y es mayormente eurocéntrica. Gonzalo Aguirre Beltrán en su obra seminal, La población negra de México: estudio etnohistórico, menciona a Las Casas dos veces. Fernando Ortiz en El contrapunteo cubano del azúcar y el tabaco le dedica el capítulo XIV al tema “Del inicio de la trata de negros esclavos en América, de su relación con los ingenios de azúcar y con el vituperio que cayó sobre Bartolomé de Las Casas”.
6Esto explica el que las percepciones aceptadas y dominantes sean las de disiculpar a Las Casas y tratar de minimizar responsabilidades justificándolas como parte de su ignorancia. Asimismo, debe de verse que, hasta la fecha, la presencia y persistencia africana/africana-mexicana continúa siendo negada o minimizada. Cuando es aceptada, es vista con lentes incapaces de leerla y fuera de sus proporciones. El genocidio es leído como novela de caballería. Esto es lo que se enseña a los mexicanos desde el kinder garden hasta la universidad. Tal perspectiva “educativa” aunada a los cómics como, Memín, las películas mexicanas “churro” como Angelitos negros y Negro es mi color exhiben en parte fundamental la deliberada ignorancia mexicana en la que se basan las percepciones simbólicas, políticas e ideológicas sobre Las Casas (trayectoria y obras) en México.
7¿Se puede considerar que la historia de las comunidades negras ya está escrita y conocida o aun está por escribir? Aparentemente los afrodescendientes en América latina carecen de una tradición erudita que enaltece el legado africano. ¿Y en qué se diferencia el estudio de las comunidades indígenas y las comunidades afrolatinoamericanas?
8La historia de las comunidades afrodescendientes se empezó a “escribir” con el primer secuestrado del África, tuvo que haber varias formas y desde varias perspectivas. Las historias orales contadas por los desplazados seguramente jugaron un papel decisivo en la supervivencia y la reproducción de los entendimientos culturales batues. Tales relatos, sin embargo, son mayormente desconocidos por las poblaciones afrodescendientes en América. Las historias oficiales desconocen abiertamente las cruciales participaciones africanas en la construcción de las naciones latinoamericanas. Esto en parte se debe a que una tradición erudita propia que resguarde, interprete y transmita la memoria afrócentrica se encuentra en vías de desarrollo; tal forma de ver al mundo está germinando de su propia semilla. S movimientos socials y culturales: Harlem Renaissance; Négritude, Le Congrès des Écrivains et Artistes Noirs el encuentro de escritores y artistas negros, en 1956 en la Sorbonne en Paris, las cónferencias organizadas por Manuel Zapata Olivella, Gerardo Maloni, Abdias Nacimento, Jesús “Chucho” García, empiezan a dar fruto. Los afrodescendientes nos encontramos más conscientes hoy de que el problema es uno; y que las barreras de tiempo distancia e idiomas no han sido sino obstáculos europeos y eurocéntricos creados para invisibilizar los hechos y las responsabilidades.
9La diferencia con el indigenismo es que éste fue un programa adoptado y promovido con sello oficial durante el período que llamo: “la fase cultural de la Revolución Mexicana, 1921-1968”. El indigenismo es un programa que nace desde el Corazón de lo no-indígena, o desde afuera.
10¿Qué es ser Negro en México? ¿Acaso ha habido, como se dio para los indígenas, definiciones oficiales y académicas (aceptadas o controvertidas) del Negro?
11México, como nación moderna nace en 1821. De los seis millones de la población decimonónica en su territorio – que comprendía partes de lo que hoy es el sur de los Estados Unidos de América – la gran mayoría de mexicanos eran descendientes de africanos, africanos americanos, pueblos originarios, asiáticos y europeos. Durante la época nacional o “la fase cultural de la Revolución Mexicana, 1921-1968” el pueblo fue aglutinado en masa con la etiqueta de “mestizos”, una minoría indígena basada en una nostalgia disneylándica, y un grupo aun menor de los criollos-de-español y los españoles peninsulares. Desde una perspectiva afrocéntrica, el pueblo que pasaría a formar la nación mexicana moderna había sido africanizado – y no amestizado – por más de trescientos años. El africano y la africana y sus diversas riquezas culturales se habían propagado (después de reinventarlas al compás de los nuevos contornos geográficos, históricos, cósmicos, etc.) por todos lados hasta lo más recóndito de México, el mexicano y lo mexicano.
12Las etiquetas oficiales del negro y lo negro desaparacieron durante el inicio del movimiento de manumisión o independencia. Con la finalidad de llegar a la igualdad mediante la ley, el siervo de la nación, el afrodescendiente José María Morelos y Pavón abolió la distinción oficial de razas. De la noche a la mañana todos los afrodescendientes se convertían en mexicanos oficialmente y oficlamente se decía que eran mestizos, mestizos hijos de español e indígena. El africano y lo africano en el discurso nacional se perdía; pero continuaría nutriendo y nutriéndose de la cultura popular aunque ésta no fuera reconocida como suya y el africano como su productor en parte fundamental.
13Más recientemente la primera mitad de la década de 1940, y como parte del Mundonovismo los padres eurocéntricos de los estudios afroamericanos – Melville J. Herskovitz, Raymundo Nina Rodrigues, Fernando Ortiz, y Gonzalo Aguirre Beltrán, entre otros – se reunieron en el Castillo de Chapultepec, en la ciudad de México para “rescatar del olvido” a los afroamericanos. De aquí nacería la vertiente negrista de los estudios afroamericanos que persiste e informa en parte importante a los trabajos eruditos y las mentalidades respecto a los africanos y afrodescendientes. Israel Reyes Larrea, Nemesio J. Rodriguez Mitchell, José Francisco Ziga Gabriel en De afromexicanos a pueblos negros compilan e introducen una serie de declaraciones de las poblaciones de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca en México. (ver: http://www.nacionmulticultural.unam.mx/Afromexicanos/introduccion.html).
14México, como el resto de hispanoamérica se encuentra recuperando su memoria Africana. Contrario al caso del “indígena” o persona de las naciones originarias, no existen etiquetas o definiciones oficiales para distinguir al “negro” o “afrodescendiente”. Es mi posición que tenemos que ahondar mas los estudios mexicanos y trascender las etiquetas de “africano” y especificar: “yorubadescendientes”, “ibodscendeintes”, “mbun dodescendientes” “edodescendientes”, “kiswahillidescendientes”, “fulanidescendientes”, “bagadescendientes”, etc. para poder trascender las rencillas menores un tanto “parroquianas” en cuanto a que adjudican a este o aquel pensamiento la etiqueta de “foráneo”.
15Según usted, ¿a qué se debe las resistencias de muchos latinoamericanos en reconocer y justipreciar el importante y, en algunos casos, fundacional aporte de la cultura africana al crisol de las naciones latinoamericanas?
16El coloniaje español europeo estigmatizó lo africano. Mediante una visión de corte “blanco-europeo” demonizaron lo africano y lo construyeron con la idea de “negro” como sinónimo de lo peor. Las ideas de blanco-europeo vs. negro-africano pasaron a constituir las bases de los pensamientos fundacionales latinoamericanos. En su centro, el discurso imperial español se pintaba como el máximo representante de la civilización. Ese mismo discurso presentaba a los africanos y lo africano como lo más atrasado. Recitaba que su deber era salvaguardar a los pueblos “primitivos” de sí mismos y de su ignorancia.
17Las naciones latinomericanas fueron concebidas a partir de tales mitos. Acorde a esa mentalidad, si bien hubo “negros”, se dice que fueron pocos, que llegaron desnudos, y que los que sobrevivimos fue porque fuimos prontamente asimilados. Se dice que los pocos que sobrevivimos ha sido gracias a nuestra parte civilizada-europea o al blanqueamiento.
18Desde tal perspectiva, será más fácil reconocer por qué los pueblos americanos aprendimos a renegar de nuestra africanidad y mientras tanto a resaltar nuestra “europeidad”.
19No fue sino hasta la decada de los 1940 que empezamos el camino de retorno a casa o lo que Antonio Tillis ha llamado el “ennegrecimiento”; que es un fenómeno que va dándose como consecuencia a la recuperación de las memorias colectivas mundiales, continentales, nacionales, estatales, etc. Si bien no ha existido un orgullo nacional sobre nuestras herencias africanas y sus contribuciones multi-etnicas a la formación de los pueblos y naciones americanas y de más allá, el nacimento de la conciencia se encuentra en vías de desarrollo.
20Algunos investigadores colombianos resaltan que la identidad afrocolombiana es una mera invención de los antropólogos. ¿Comparte usted tal aseveración? ¿En qué términos se plantea la identidad negra en México?
21Más allá de la semántica y de las etiquetas existe un mundo americano que más bien es “afro-americano” con toda la extensión de la palabra. Y mientras no podamos expresarlo mejor o identificarlo como se debe hay que seguir imponiéndole nombres. Dentro de este método, los nombres o etiquetas actúan como los migajones de Hansel y Gretel para saber de donde venimos, claro mientras no nos los roben. Haciendo eco a un pensamiento de Richard L. Jackson, sería ideal reconocer que decir “cubano” es decir “afrocubano”; o que “colombiano” es sinónimo de “afrocolombiano”, como lo es desde nuestra perspectiva afrocéntrica; o que el mexicano es “afromexicano” o “no-blanco” y que esto no depende del color de la dermis o la textura del pelo o las facciones. Los ancestros africanos, para mandar al tiempo universal los genes y las cosmovisones ancestrales, establecieron vínculos familiares con las poblaciones originarias, con los asiáticos y hasta con los europeos.
22La identidad “negra” en México posee un arco iris de planteamientos. Durante la colonia iba del negro al blanco y todos los hijos entre éstos y sus hijos con las naciones originarias y los asiáticos. Después de la manumisión o independencia desaparecieron las designaciones oficiales y perduraron sólo algunas pero como no-oficiales: prieto, moreno, indio, mestizo, criollo y blanco.
23De por mediados del siglo veinte a la fecha nos hemos ido dando cuenta de nuestras herencias africanas. Con cierta influencia de estudiantes y académicos europeos y estadounidenses, entre otros, las poblaciones de la Costa Chica de Oaxaca y Guerrero, van tomando conciencia de su africanidad o negritud, según reportan activistas del área y de la Universidad Nacional Autónoma de México.
24¿Cuál es el porcentaje de los afrodescendientes en México y qué visibilidad social tienen en las zonas que ocupan?
25Según los cálculos arbitrarios, la población afrodescendiente es menor al uno por ciento. Israel Reyes Larrea, et al., citados arriba, reportan 450,000 mexicanos negros. Para mí, el noventa por ciento de los mexicanos, los “mestizos”, somos afrodescendientes en parte fundamental también y ese es el caso de nuestras culturas. Debo mencionar, que el país no se ve así. Se empieza a reconocer la existencia de algunos cuantos “negros-pardos” en las costas, de un mínimo de descendientes de africanos negros que llegaron a México como náufragos de embarcaciones esclavistas fantasmas, etc.
26¿Cuáles son los marcos investigativos e interpretativo de la presencia-historia de los afrodescendientes en México?
27Hasta el presente los estudios históricos y antropológicos han prevalecido; algo se ha hecho en lingüística y culturas populares. Yo he trabajado con el discurso nacional, la literatura fundacional, Carnaval como teoría crítica y con la africanización de México de acuerdo a fuentes tradicionales y no tradicionales. Parte notable de los trabajos encontrados, están influidos por el decano eurocéntrico de los estudios del negro en México, Gonzalo Aguirre Beltrán. Tales investigaciones (como ya he dicho en trabajo anterior) “deportan” al negro al pasado; o lo perciben en vía de una gustosa y jocosa integración-asimilación durante la colonia y después; y o “descubren” la existencia de poblaciones residuales esperando ser “estudiadas” (folclóricamente) con los métodos y herramientas de la civilización, etc.
28¿En qué se diferencia la investigación del legado africano en su país de los demás países latinoamericanos? ¿Quién habla por los negros?
29Los negros poseemos una voz notable en Cuba, Colombia, Venezuela, y Brasil; un poco menor en Costa Rica, Panamá, y La República Dominicana. Se empiezan a oír ecos afrodescendientes en Uruguay, Ecuador, Bolivia, Perú, Paraguay, Chile y hasta en Argentina.
30Como en el resto del continente, la investigacion del legado africano en México, como lo señalé arriba, fue hecha desde afuera o por gente que no se identificaban como afrodescendientes y no ha sido sino hasta recientemente que “nosotros” empezamos a hablar acerca de un “nosotros” con la variedad esperada de voces y perspectivas.
Notes
1 Quince Duncan, Contra el silencio. Afrodescendientes y racismo en el Caraibe continental hispànico, Editorial Universidad Estatal a Distancia, (EUNED), San José, Costa Rica, 2001.
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